La vieja leyenda italiana fulmina al Depor
Un gol del Juventus con el partido casi concluido deja eliminado al cuadro de Irureta
Al viejo modo italiano, cuando el partido estaba prácticamente muerto, en una jugada confusa que tampoco anunciaba gran cosa y con un defensa, Tudor, en funciones de inopinado goleador, el Deportivo puso en Turín punto final a su capítulo europeo. Fue una noche de más emociones que fútbol, con varias alternativas en el marcador. El Deportivo se puso por delante al comienzo de la segunda parte y parecía dispuesto a escribir una nueva hazaña. Pero el orgullo del Juventus se rebeló con toda su furia y el Depor acabó resignándose a gestionar un empate que postergaba el desenlace a la próxima jornada. Hasta que en el último suspiro resucitó el antiguo fantasma italiano.
Irureta quiso jugarle al Juventus con su mismo lenguaje y puso un equipo inclinado a lo físico, lleno de jugadores defensivos en el centro del campo, tendencia que intentó mitigar situando a Tristán y Makaay en punta. Desde las horas previas al partido, el técnico había dado muestras de cierta obsesión con Nedved, jugador clave en el choque de Riazor por su clase, su capacidad goleadora y sobre todo su ubicación un tanto indefinida, a caballo entre la media punta y la banda izquierda. El propósito de parar a Nedved parecía el motivo de que entrase Duscher en lugar de Sergio y de que Scaloni desplazase a Víctor en la derecha. El mayor riesgo que corría Irureta era que el equipo se partiese en dos y que, a falta de futbolistas más creativos en el medio, se quedase sin recursos para manejar la pelota y enlazar con el ataque. Pero el Depor logró encontrar más soluciones que lo que hacía temer su alineación. Duscher se descolgó del medio centro con solvencia y decisión, a Scaloni le regalaron un terreno baldío en su costado, donde Zambrotta no tapaba nada, y Tristán estuvo más laborioso que nunca, siempre pendiente de ayudar al medio del campo y trasladar el balón hacia el área.
JUVENTUS 3 - DEPORTIVO 2
Juventus: Buffon; Thuram, Montero, Ferrara, Zambrotta; Tacchinardi (Tudor, m. 75), Davids; Camoranesi (Pessoto, m. 46), Nedved, Di Vaio (Zalayeta, m. 46); y Trezeguet.
Deportivo: Juanmi; Héctor, César (Andrade, m. 72), Naybet, Romero; Scaloni, M. Silva, Duscher, Fran (Capdevila, m. 46); Tristán (Valerón, m. 66)y Makaay.
Goles: 1-0. M. 12. Cabezazo de Ferrara tras un córner. 1-1. M. 30. Centro de Makaay y Tristán empuja. 1-2. M. 51. Makaay recibe de Duscher y saca un formidable zurdazo. 2-2. M. 63. Tiro de Davids, que rebota en César y Trezeguet, marca. 3-2. M. 90. Tudor, de fuerte disparo.
Árbitro: Frisk (Suecia). Amonestó a Tacchinardi, Davids y Montero.
Unos 25.000 espectadores en Delle Alpi. Molina estuvo en el banquillo por primera vez desde que se le descubriera un tumor.
Tristán también sacó a relucir su talento muy pronto, con una acción fabulosa que estuvo a punto de dar un vuelco al partido nada más comenzar. Recibió un balón junto al área, herméticamente blindada con defensas italianos por todas partes. Pero Diego, con ese punto de temeridad que le caracteriza, no se arredró. Regateó a dos defensas, se plantó solo ante Buffon y cuando el gol parecía hecho le faltó precisión en el disparo. El equipo lo pagó muy caro, porque poco después perseveró en un error defensivo que se lleva repitiendo toda la temporada. La incapacidad de la zaga deportivista para defender los saques de esquina y las faltas empieza a resultar escandalosa, como lo probó el gol de la Juve: el incombustible Ferrara cabeceó como le dio la gana sin que nadie moviera un dedo para estorbarlo. Lo asombroso es que los italianos estuvieron a punto de lograr el segundo poco después en una acción mimética y con los mismos protagonismos.
El Depor vivió unos momentos de aturdimiento, pero fue rehaciéndose poco a poco con cierta contribución por parte del Juventus. El código genético del fútbol italiano es implacable y no conoce excepciones. Tan pronto consiguió su golito, la Juve se replegó y regaló la pelota al Deportivo. Y de ahí no lo movió nadie. Ni siquiera tomó nota del aviso de Makaay, que desperdició un mano a mano ante Buffon. Pero al fútbol le gusta la ironía y la Juve acabó probando su propia medicina: un robo de balón de Duscher el medio del campo originó un rápido contragolpe culminado por Makaay, que nunca abandona su garita junto a la portería rival.
Marcello Lippi le dio un revolcón al equipo en el descanso para introducir a un segundo delantero, Zalayeta, y apagar el clamoroso incendio de su banda izquierda. Parecían mejor armados los italianos, pero entonces apareció Makaay en su versión más demoledora. Fue un gol bello y contundente, propio del rematador excepcional que es el holandés: recibió al borde del área, de espaldas a la portería, amagó con irse a la derecha pero se dio la media vuelta en sentido contrario y descerrajó un zurdazo cruzado que no lo paraba nadie.
Al Juventus no le quedó otra que sacar la caballería y desbocarse sin remedio. La fortuna le echó una mano en su misión, porque un remate de Davids tropezó en la espalda de un defensa visitante y la carambola se convirtió en una perfecta asistencia para Trezeguet, que aguardaba en la boca de gol. El Depor quedó alelado con el gol y durante unos minutos vivió un suplicio ante un rival revigorizado, que estrelló un balón en la madera. Pero el arreón italiano se fue aplacando poco a poco, y el ingreso de Valerón también contribuyó a pausar el juego. Aunque los dos equipos necesitaban la victoria, al final pareció que tampoco les disgustaba el empate. Hasta que un defensa, Tudor, con el tiempo casi agotado, resucitó la leyenda del último minuto italiano.
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