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Afectadas por el síndrome Ardystil declaran que trabajaban sin protección

Las firmas distribuidoras resaltan la "peligrosidad" de los productos

Dos ex trabajadoras afectadas por el síndrome Ardystil -afección pulmonar por inhalación de productos químicos- declararon ayer ante el trinunal que trabajaban sin protección. "En la fábrica no había mascarillas", dijo Isabel Castañer, ex empleada de Aeroreig y Aerobrix. Los representantes de las distribuidoras de los disolventes resaltaron su "peligrosidad" y la necesidad de medidas de protección personal para su manipulación.

Isabel Castañer, que once años después presenta secuelas de la enfermedad, como dolores de cabeza, pérdida de visión y de memoria, subrayó que en ninguna de las dos empresas de aerografía textil en las que trabajo había mascarillas. "En Aerobrix nos trajeron unas de papel después de las primeras muertes en Ardystil", comentó. Esta operaria señaló que no recibió ningún curso de formación para la manipulación de los productos químicos "ni tampoco los empresarios no advirtieron de su peligrosidad", matizó.

Casteñer, al igual que los ex trabajadores que días antes han declarado ante el tribunal, abundó en la falta de ventilación de las naves industriales, extremo que creaba en el ambiente una "neblina". También aludió a las abusivas jornadas laborales: "Yo trabajaba 12 horas al día".

En la misma línea de crítica a los empresarios por la falta de medidas preventivas se expresó otra de las ex trabajadores que prestó declaración ante el tribunal. Raquel López, que trabajó en la firma Aeroalcoy durante cuatro años, declaró que en esa fábrica "no había extractores y se trabajaba sin mascarillas. Esta ex operaria afirmó que en la actualidad las secuelas que sufre de la enfermedad son "dolores de cabeza, cólicos renales y hernia de hiato", y que está sometida a revisiones médicas anuales.

Ayer también comparecieron ante la sala, la sección tercera de la Audiencia de Alicante, los representates de las distribuidoras de los productos usados para quitar las manchas de los tejidos, un disolvente cuya base es el 1.1. 1 tricloroetano. Los comerciales destacaron la peligrosidad del producto y que sus empleados sí adoptaban medidas de protección para su manipulación.

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