El Quijote, entre fogones
El sociólogo y escritor Lorenzo Díaz sostiene que ninguna cocina del mundo ha tenido una legitimación tan importante como la manchega, ensalzada por Miguel de Cervantes en El Quijote, donde el plato rey era la olla podrida; y asegura a la vez que han sido los castellanos nuevos (manchegos) y los viejos (segovianos) los que más influyeron en los fogones madrileños, hace 400 años. Los primeros con guisos y pepitorias y vinillos de Valdepeñas, que llevaban a la Cava Baja los ordinarios de La Mancha en pellejos quijotunos; y los segundos con sus asados. Junto con el marqués de Griñón y el periodista José Ribagorda, Lorenzo Díaz, miembro de la Academia de Gastronomía y "abanderado del cochinillo de Segovia", ha presentado una reedición de su libro La cocina del Quijote, donde se recogen las nuevas tendencias culinarias de Castilla-La Mancha, acompañadas del retrato cervantino de cómicos, arrieros y venteros. Una cocina venerable llena de pistos, gachas o tiznaos, según el autor de la obra, que no se escapa de ninguna de las películas del director y manchego universal Pedro Almodóvar.
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