Cosquillas
Ayer, Día Internacional de la Mujer, mi señora se lo montó de vicio, amparada por la Constitución, Naciones Unidas, la Confederación Española de Mujeres Cansadas y la Asociación de Esposas Progresistas del barrio de Prosperidad. Yo tragué complacido, porque una vez al año no hace daño. Ellas se lo merecen todo. La obsequié con un ramo de rosas rojas espectacular. Ella me correspondió poniéndome un mandil. Hice la colada, planché camisas, pasé la aspiradora, regué las plantas, saqué a mear al perro, cambié de agua al canario, di conversación al loro, fui al mercado, limpié el culo a los dos mellizos con los que Dios nos sorprendió este año, paseé con la escoba por toda la casa, dejé el baño como los chorros del oro, preparé un cocido madrileño bestial, puse la mesa, fregué los platos, recogí la cocina, me endilgué una pastilla para poder funcionar, sudé, maldije de la existencia y se me apareció Satanás muerto de risa emitiendo pedorretas infames para humillarme.
Comprendí de una vez por todas que las hembras de los mamíferos tienen mucha más resistencia que los machos. De hecho, viven más años. Y tienen una lengua que para sí quisiera la Real Academia. Mi cónyuge es lúcida como la madre que la parió. Exhausto por los quehaceres domésticos, llegué al salón y me endilgué en dos minutos un lingotazo de ron cubano. Ella me miró con sorna y susurró felina: "Querido, esto es lo mismo que tienes que hacer mañana, y pasado, y al otro, y al de más allá. Se acabó ya el mamoneo, mi amor. Menos flores y más igualdad, cariño". Entonces yo monté en cólera contra mí mismo y decidí, en secreto, hacerme de derechas o divorciarme. Por la tarde me llevó a una conferencia del pensador Rafael Munilla, quien tuvo el cinismo de pontificar sobre Las mujeres tienen la gracia del cielo. Dijo así: "Cuando la Biblia afirma que Eva nació de una costilla de Adán, se trata de un error de transcripción. No es costilla, sino cosquilla. Por eso son tan graciosas las mujeres". A lo mejor son los únicos seres que tienen un concepto equilibrado de la existencia. Hay que llevarse bien con ellas, por si las moscas. Pero no me vuelve a poner un mandil la madre de mis hijos.
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