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Entrevista:RICHARD CARSON | Economista que valoró los daños del 'Exxon Valdez'

"El sector turístico es el que más sufre las consecuencias económicas de una marea negra"

Richard Carson contribuyó decisivamente a que el siniestro del Exxon Valdez en Alaska se convirtiese en un hito en la historia de las indemnizaciones por derrames de hidrocarburos. Este catedrático de Economía de la Universidad de California, que asiste en Santiago a un seminario organizado por el Consello da Cultura Galega, coordinó el informe para determinar las consecuencias económicas de la catástrofe. Carson incorporó un criterio novedoso: el valor de uso pasivo, es decir, una evaluación económica del destrozo medioambiental. Por ese método, la compañía Exxon tuvo que pagar 3.000 millones de dólares en indemnizaciones en lugar de los 60 millones que fija como límite el fondo internacional de compensación.

"Los pescadores son los más afectados, pero también cobran compensaciones"
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Pregunta. ¿Cómo se traduce a términos económicos el destrozo ecológico?

Respuesta. Los Gobiernos realizan muchos gastos que repercuten en el bienestar general, aunque sean intangibles desde el punto de vista del rendimiento financiero. Por ejemplo, se compran aviones de combate porque es necesario preservar la seguridad de un país, pero no se puede medir cuál es su beneficio económico. La clave reside en saber cuánto está dispuesta a pagar una sociedad para garantizar su defensa. Y eso fue lo que nosotros hicimos en este caso. Averiguar qué cantidad de impuestos estaba la gente dispuesta a pagar para preservar el medio ambiente, a qué bienes accedería a renunciar por ese propósito. Realizamos entrevistas directas a la gente y perfeccionamos un método con el que pudimos hacer el cálculo.

P. Al margen de los sectores directamente afectados, ¿qué efecto tiene una catástrofe así sobre la economía de una zona?

R. Obviamente, los pescadores son los más afectados, pero también cobran compensaciones directas y reciben ingresos por su participación en la limpieza. El sector turístico acaba sufriendo más las consecuencias, porque en ese terreno es muy difícil identificar a los afectados para compensarles y porque vive en la incertidumbre de no saber cuándo se normalizará la situación.

P. Catorce años después, ¿Alaska ya está totalmente recuperada en lo ecológico y lo económico?

R. En lo económico, sí, pero determinadas zonas y especies aún están afectadas. Todavía hoy se puede encontrar crudo líquido removiendo algunas rocas.

P. En el caso del Prestige, parece que las indemnizaciones no sobrepasarán el límite de los 60 millones de euros.

R. Si una empresa contamina un río, se le aplica la ley y paga por los daños causados. ¿Por qué no se hace lo mismo cuando se contamina el mar con hidrocarburos? Ésa fue la vía legal que se escogió en el caso del Exxon Valdez: se forzó la aplicación de la Ley de Contaminación de Aguas para eludir el límite del fondo de indemnizaciones. No sé si en España existe una legislación que se pudiera aplicar del mismo modo haciéndola prevalecer sobre convenios internacionales.

P. Desde que en EE UU se cambió la legislación y se estableció la responsabilidad ilimitada de las compañías petroleras no ha habido mareas negras.

R. Ha habido más accidentes, pero se han podido controlar. En el resto del mundo, sin embargo, no se han tomado las mismas medidas y la situación no ha cambiado. La responsabilidad ilimitada, por tanto, ha contribuido decisivamente. Ahora los petroleros tienen mejores tripulaciones, mayores medidas de seguridad... Y el Estado también se ha dotado de más medios para actuar.

P. Para la recuperación económica de Galicia, el Gobierno ha anunciado un plan basado en nuevas infraestructuras de comunicación. ¿Es un enfoque correcto?

R. En EE UU hay un debate sobre ese asunto. Algunos opinan que el dinero de las compensaciones hay que dedicarlo a mejorar el bienestar general y otros defienden que debe ir exclusivamente a restaurar los recursos naturales. Yo no tengo una postura extrema. No creo que haya que dedicarse sólo a la recuperación ambiental, pero tampoco estoy de acuerdo en usar el dinero de las catástrofes para atender necesidades que deberían estar cubiertas por los gastos del Estado. En Alaska algunos políticos pretendían financiar proyectos anteriores al desastre, y no se les permitió. Ahora el destino del dinero lo decide un organismo en el que están representados el Estado, los ciudadanos, los científicos...

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