_
_
_
_
CRÓNICAS DEL SITIO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tiempo sagrado tiempo profano

Hoy es Miércoles de Ceniza. Me sorprendo evocando el olor a incienso en la capilla del Sacré Coeur. Tan penetrante y embriagador que me incitaba a contener la respiración hasta que temía caerme desmayada; entonces, con los ojos entornados acercaba mi cabeza al antebrazo de mi madre asiéndolo con las manos. "Lastana, enseguida nos vamos". Pero yo no distinguía con claridad si quería irme o si ya me había ido, al seguir fascinada aquel ir y venir del incensario. Cuando abro los ojos, tengo que conformarme con la visión de las colillas grisáceas y con el olor apestoso que despide el cenicero: ¿Qué voy a hacer con estas tristes cenizas carentes de esplendor? ¿Me las vuelco en la cabeza y me voy de penitente a buscar el perdón de mis pecados? Pecados de omisión casi todos, menos el de no dejar definitivamente de fumar. Al final creo que no cubriré mi pelo de ceniza ni buscaré el perdón.

Una comunidad que no me exija en pago renunciar a ser yo misma

Siempre me ha hecho pensar la sabiduría de la Iglesia que establecía un tiempo para la trasgresión y otro para la reconciliación. Como la separación del espacio sagrado y el profano, que ha creado las maravillosas portadas, pasajes de tránsito entre un espacio físico y otro metafísico. Pero si la división en el espacio es tan notable, aún lo es más la división del tiempo.

El tiempo de carnaval no termina en una farsa de entierro de sardina, sino en el sombrío miércoles de ceniza, que es el fin del tiempo profano y el comienzo de un tiempo sagrado.

Estas fases temporales eran como ciclos en que respiraba el alma. Ahora te dicen que eres ciclotímica y si te descuidas, te diagnostican bipolar, que suena menos ofensivo que maníaco depresiva. Pero antes todo era más fácil, porque una se sincronizaba con el cosmos a través de esos misterios teológicos y podía alcanzar la euforia más profana, etílica y lujuriosa, y luego vivir una resaca como dios manda, con llanto y crujir de dientes incluidos, mientras contemplabas tu reflejo en el estanque y exclamabas: "Qué has hecho desgraciada; mira en qué te has convertido".

Y cuando más depre estabas, aparecía alguien que te tendía su mano y te ibas de compras, para estar despampanante al salir con las amigas el domingo de ramos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Claro que se puede seguir haciendo más o menos lo mismo, pero ahora ya nadie te ayuda. Ningún reloj marca las campanadas del cambio de paso de este baile. Las voces de los predicadores no retumban en la oscuridad diciendo ¡arrepentios! Desde que Dios ha muerto o fue dado por desaparecido, todo anda manga por hombro. Cada uno tiene que delimitar sus espacios sagrados y profanos y montarse las puertas de acceso a su cielo y a su infierno. Y tiene que marcar el ritmo del duelo y la alegría, de la compasión y de la ira. Antes en los duelos se lloraba. Pero ahora, ni para llorar interrumpimos la batalla, porque ya hemos llorado tanto de antemano, que nos hemos quedado secos. Y lo más duro de todo, es tener que decidir en quién creer: ¿Hay Alguien ahí? Y si te contestan (que cada año es más difícil que nadie te conteste) llegar a reconocer que es Él, el esperado y no un detestable contestador automático.

No me extraña que ante tantas dificultades, muchos vuelvan sus ojos a la tribu de Los Picapiedra. Que es una apariencia de tribu ancestral pero con prestaciones modernas, agua caliente y televisión. Ahí dentro todavía tienen sacerdotes que garantizan que nacerá el día al finalizar la noche, te ayudan a decidir cuándo y a quién debes odiar y cómo ser amado por el líder que vela por que duermas bien. Y poseerás una cultura con sólo txapurrear una o dos jaculatorias. A cambio de tanta dicha asegurada, sólo te piden una trepanación insignificante; total ¿para qué quieres ese trocito de cerebro que sólo te ha dado problemas? Con tu parte y la de otros como tú construirán un cerebro, ese sí, como es debido. Porque tú no eres más que una individua, y sola no vales ni para vestir santos. Pero tu cerebro, o lo que quede de él una vez colectivizado, es el pueblo, que se extiende sobre los territorios y sobre los tiempos. Abarca el antes y el después, el aquí y el allá. Antes eras tú y ahora ya formas parte del "nosotros, el Pueblo".

Ya puedes aspirar a comulgar con el Pueblo Místico, a sentir con ilusión su voluntad irrefutable. Es el ser para decidir, por ti y por todos los demás.¿Quién podría negarse? Más aún ¿quién podría oponerse a ser consultado sobre su conveniencia? Si es todo por nuestro bien.

Hay una alternativa. Que cada persona construya la comunidad en la que será ella con otros. Con mi pareja, con mis amigos. Una comunidad que no me exija en pago renunciar a ser yo misma. Y a serlo más cada día.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_