La 'salsa rosa' de Irureta
El técnico del Depor soporta estoicamente los desplantes de sus estrellas
La paciencia es virtud cristiana, y en ese aspecto nadie podrá reprochar a Javier Irureta, el entrenador del Deportivo, un comportamiento incoherente con sus declaradas convicciones religiosas. Durante cinco temporadas, Irureta ha encajado los mayores desplantes de sus futbolistas, incluido un amago de agresión en público, el famoso cabezazo de Djalminha. Ante la insolencia, el técnico ha respondido siempre con diplomacia, aun a costa de tragarse su ego: hasta en el caso de Djalminha, disculpó públicamente al jugador. Irureta volvió a vivir el pasado domingo en Santander uno de esos episodios que él mismo definió al terminar el partido como la "salsa rosa del fútbol": Tristán y Duscher le dedicaron grandes aspavientos cuando el técnico decidió reemplazarles. Pero no habrá represalias. Tristán será titular hoy en Mallorca (21.30, autonómicas), en el partido de vuelta de las semifinales de Copa, donde el Depor tiene una dura misión tras perder (2-3) en su estadio.
Corría el minuto 68 en El Sardinero cuando Irureta decidió retirar a Tristán para seguir rodando a Valerón. El delantero abandonó el campo entre gestos airados hacia la galería. Nada nuevo en el caso de Tristán, pero, como todo se contagia, cinco minutos después el reemplazado fue Duscher, un jugador habitualmente comedido, y también pateó destempladamente un objeto al pasar junto al banquillo. Preguntado al acabar el partido, el técnico no quiso chismorrear sobre esos episodios de "salsa rosa", aunque dejó un mensaje para Tristán: "Me da igual que sea el pichichi de la última Liga o el sursuncorda. Yo hago los cambios que creo oportunos".
A pesar de la amonestación pública, Tristán será hoy titular a costa del mismísimo Makaay, el hombre clave de la temporada -ha marcado en los seis últimos partidos de Liga-. La benévola reacción del entrenador al desplante de Tristán no es nada nuevo. Así ha actuado desde el primer día que llegó a A Coruña para lidiar con un vestuario que arrastraba un convulso historial: alguna reprensión en público o en privado, una actitud distante con los jugadores en el terreno personal -del trato más estrecho se encarga su ayudante, Melo- y un estoicismo casi ilimitado. Puestos a elegir entre su orgullo y la estabilidad del equipo, Irureta siempre ha escogido lo segundo, sin importarle que se interprete como un signo de debilidad.
La posición del entrenador se ajusta a la perfección a los deseos del presidente, Augusto César Lendoiro, quien sabe que las actitudes díscolas son casi inevitables en un equipo que ha hecho de la amplitud de la plantilla su principal fortaleza. Hace tiempo que Irureta llegó a la conclusión de que el Deportivo sólo puede competir a base de rotaciones. Y en puestos como la delantera la competencia es terrible. Irureta dispone de tres arietes que juntos suman 33 de los 39 goles logrados por el Depor en Liga.
Irureta ya ha ofrecido muestras de que se está cansando de tragar tantos sapos, unas de las razones por las que medita abandonar el equipo a final de curso. Pero hasta que llegue ese momento, el técnico aguanta con resignación cristiana.
Mallorca: Leo Franco; Cortés, Lussenhof, Vicente, Poli; Novo, Lozano, Riera; Ibagaza; Etoo y Pandiani.
Deportivo: Juanmi; Manuel Pablo, Andrade, Naybet, Romero; Sergio, Mauro; Scaloni, Valerón, Luque; y Tristán.
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