Una transición con demasiadas armas
Los líderes de la oposición iraquí muestran al mundo la experiencia de la autonomía kurda, salvaguardada por los cazas británicos y norteamericanos que protegen la zona de exclusión aérea al norte del paralelo 36, como modelo de un nuevo Estado democrático y federal. "Es la prueba tangible de que los iraquíes pueden vivir en libertad y democracia", destaca el manifiesto político de la Conferencia de Londres, celebrada en diciembre del año pasado.
En la reunión mantenida la semana pasada en el norte de Irak, las fuerzas en el exilio y la disidencia interna a Sadam han pactado un proyecto de transición que recoge expresamente "la adopción de un sistema federal" y el reconocimiento de la nacionalidad kurda como "fundamental" en Irak, junto con la árabe.
Los kurdos iraquíes han mantenido mientras tanto a unos 80.000 hombres en armas, repartidos por igual entre el Partido Democrático del Kurdistán (PDK), de Masud Barzani, y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), de Yalal Talabani. En contrapartida al reconocimiento del autogobierno kurdo en el nuevo Irak que pueda surgir de la derrota de Sadam Husein, las fuerzas de la oposición insisten en integrar a los peshmergas en el Ejército regular.
Los milicianos kurdos se alzaron en armas contra Bagdad hasta lograr un autogobierno limitado en 1970. Pero las fuerzas de Sadam no dudaron en bombardear con armas químicas Halabha, donde murieron miles de personas. Los ataques por parte de las fuerzas de Bagdad se repitieron tras la guerra del Golfo, y provocaron la huida hacia el interior de Turquía de cientos de miles de refugiados kurdos.
En el lado oscuro de la autonomía kurda en Irak figuran los enfrentamientos armados entre peshmergas del PDK y la UPK entre 1994 y 1996, cuando los primeros llegaron incluso a aliarse con el régimen de Bagdad. Los choques entre ambas facciones cesaron definitivamente con un acuerdo de paz patrocinado por Estados Unidos en 1998.
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