Un poema al anonimato
Eva Bensasson es una artista contemporánea relativamente poco conocida en España, si bien es un referente de la escenificación, y sus respectivos registros fotográficos en el área de foto contemporánea británica. Bensasson instrumentaliza el medio en la más pura estética del buen hacer genérico de los setenta/ochenta del siglo XX: como tal, es una artista multidisciplinar, posiblemente este trabajo expuesto en Moriarty, Undercover, pueda sintetizar la totalidad de su obra, junto a los materiales de los que teníamos como coordenadas de lo que hacía a través del Courtauld Institute of Art, de Londres. Undercover es un poema al anonimato; la fotógrafa borra, materialmente, la identidad del individuo respecto a su relación con la sociedad, con la que le ha tocado convivir: anula su personalidad, su propio ser, su estar y su tener. Lo traduce visualmente en negro carbón, mediante un efecto tinta china que, junto a lo espeso de las sombras, perfila rostros, trajes, actitudes..., haciendo como conjunto una suerte de arquetipo fácilmente identificables.
EVA BENSASSON
'Undercover'
Galería Moriarty
Calle del Almirante, 5. Madrid
Hasta15 de marzo
Retrata personajes: inexistentes -"sin papeles"-, salvo los que se homologan en un uniforme o un número (como los de la Policía de Londres). Lo gregario, para ella, es un género a captar (todo un filón), una suerte de abstracción social que raramente había sido tratada con tanto rigor, hasta la fecha, en la historia de la fotografía. De aquí su interés por argumentos como las filas de pacientes ciudadanos que aguardan su turno en una lista de espera, número en mano (traslademos la escena a organismos oficiales, aeropuertos, restaurantes, hospitales, estaciones...). No hay que hacer gran esfuerzo para imaginar a aquellos que ven borrados sus rostros -y sus cuerpos, limitándose a trazar el estándar de un perfil-, mientras que pasivamente subrayan una cierta discreción que roza la estulticia. Eva Bensasson subraya el denominador común que la incentiva, que no es otro que la pasividad de nuestra civilización resuelta, por ella, fotográficamente con una gran pulcritud técnica.
En total, presenta ahora 20 copias de diverso tamaño, que cubren formatos desde 20×25 hasta 135×135, además de unos perfiles recortados que dan cierto aire de instalación a la colección -éstos son clave para sus argumentos-.
Como conclusión, es una autora que perfectamente puede encajar en el capítulo de creadores de mediados del pasado siglo, adaptados a éste, clasificables en lo que Honnef definió como la conquista del arte: cuando la fotografía perdió su carácter. Que era cuando las imágenes fotográficas operaban en una esfera de interrelación de medios, desvinculados de los parámetros de la estética tradicional.
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