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Columna
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Lastre

Me apetece tener la fiesta en paz. Que por eso hace ya veintitrés años los andaluces nos dimos un atracón de autonomía. Y mira por dónde, después de tanto tiempo, lloros, suspiros, reclamaciones, tenemos algo así como 17 transferencias pendientes. Antes, porque los socialistas en el Gobierno no tenían muy claro qué Estado querían y ahora, con el PP en el poder, porque eso de las autonomías debe sonar a chino a muchos de ellos.

Veo, sin embargo, ciertos signos de mejoría. Que después de cinco años, con la promesa entonces de Arenas, nos lleguen a primeros de mayo las políticas activas de empleo es para ponerse a cantar. Vamos caminando. Pero no sé por qué pienso que hay algunas cosas no muy claras. Arenas, en Málaga o Granada, que no sé ya dónde, porque últimamente anda muy viajero, dijo que algún día dirá con claridad porqué se tardó tanto en cumplirse la promesa que hiciera en 1988. La capacidad de Arenas para jugar con los tiempos es sobradamente conocida. Si en el camino queda algún cadáver, mejor. El de Teófila Martínez, por ejemplo. Porque ya se me dirá cómo explicar que Zaplana y Chaves arreglen los desaguisados de Arenas mientras que la candidata del PP a la Junta y su acólito, Antonio Sanz, se dedican a verlas venir.

Pero lo que tiene que hacer Arenas es explicar y no hablar en tono amenazador de por qué tardó tanto el Gobierno en el trasvase de las políticas activas de empleo. Y debería hacerlo, tal y como se le ha pedido, en el Parlamento andaluz. O al menos, en el Congreso de los Diputados. Este asunto es demasiado serio como para que entre en vía muerta.

El Partido Popular de Andalucía tiene que empezar a soltar ciertos lastres que le abocan a permanentes descalabros electorales. Patética era la imagen de Antonio Sanz dando a conocer "su" encuesta y reconociendo que siguen sin ganarse la confianza del pueblo andaluz para ser mayoría. Con lo que ha caído y lo que está por caer, no me extraña.

Y hoy, como no podía ser de otra manera, encuestas a mansalva. Resultados cantados: por eso Manuel Chaves ha pedido a los socialistas que bajen la euforia. Hace bien, porque no todo el pescado está vendido.

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