Los grandes de la ONU presionan a los países africanos
Angola nunca se había visto tan cortejada por las grandes potencias. En las tres últimas semanas, su presidente, Eduardo dos Santos, ha recibido llamadas telefónicas del presidente George W. Bush; de su vicepresidente, Dick Cheney; del primer ministro portugués, José Durão Barroso, en nombre de Washington; y del jefe de Estado francés, Jacques Chirac. Todos le han pedido lo mismo: su voto.
Angola es uno de los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad que todavía no se ha decantado por la guerra o por la paz en Irak.
Ahora que hay dos textos sobre la mesa, el proyecto de resolución de EE UU, Reino Unido y España, en contra de prolongar las inspecciones en Irak, y un memorándum de Francia y Alemania, apoyado por Rusia y China, a favor de continuar el proceso de desarme, un frenesí diplomático se ha apoderado de la ONU.
Los indecisos están sufriendo la mayor presión, sobre todo por parte de Washington. Hasta hace poco eran seis: Angola, Camerún, Guinea-Conackry, Pakistán, México y Chile, aunque estos dos últimos se han inclinado en las últimas horas hacia las tesis de Bush.
A medida que se reduce la franja neutral, los tres países africanos se han visto en el ojo de la tormenta. "Durante mucho tiempo hemos estado pidiendo ayuda para reconstruir nuestros países tras años de guerra", declaraba el representante angoleño en la ONU, Ismael Gaspar Martins. "Nadie está relacionando la petición de ayuda con Irak, pero todo está ocurriendo al mismo tiempo". Angola tiene como principal comprados de su petróleo a Estados Unidos.
"¿Cree que pueden venir y decir simplemente, si no votáis por nosotros os vamos a hacer tal cosa?", se preguntaba indignado, Mamady Traore, el embajador de Guinea-Conakry ante Naciones Unidas. "No crean que, porque somos un país africano y en vías de desarrollo, aceptamos cualquier cosa. Tenemos nuestra dignidad", dijo.
Pakistán está en una posición muy delicada. Es, junto con Siria y Guinea, uno de los tres países del Consejo de Seguridad con mayoría de población musulmana, pero tras los atentados del 11-S, se ha convertido en un aliado privilegiado de Washington, algo que sin duda le recordará en el momento oportuno.
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