_
_
_
_
Crónica:FÚTBOL | Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Portillo hace el milagro en Dortmund

El joven delantero salta al campo en el último minuto y marca el empate ante el Borussia en el primer balón que toca

Santiago Segurola

Se llama Javier Portillo y busca su lugar en el sol como un novillero. Le vale lo que le ofrezcan, dos minutos, o cuatro, no más. Los minutos que otros rechazan. Portillo no los discute. Sabe que su carrera depende de su capacidad para aprovechar las escasas oportunidades que tiene en una delantera con Raúl y Ronaldo. Pero a veces la necesidad obliga, y el Madrid necesita toda su artillería para solucionar situaciones dramáticas, como ésta de Dortmund. Entró Portillo para sumarse al angustioso ataque del equipo y sólo tuvo una ocasión de demostrar que es un goleador de raza. En el último minuto, y en su primera intervención, remató con la derecha y salvó la vida a su equipo. Puede que sea el gol de la temporada para el Madrid, que estuvo al borde del abismo en un partido vibrante que coronó a otro futbolista formidable. Es Guti, y no es posible discutirlo con actuaciones de esta magnitud.

BORUSSIA D. 1 - REAL MADRID 1

Borussia Dortmund: Lehman; Evanilson (Ricken, m. 79), Metzelder, Wörns, Madouni, Dedé (Amoroso, m. 89); Reuter, Kehl, Frings; Ewerthon (Reina, m. 86) y Koller.

Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Pavón (Portillo, m. 89), Roberto Carlos; Figo (Miñambres, m. 70), Flavio (Guti, m. 66), Makelele, Zidane; Raúl y Ronaldo.

Goles: 1-0. M. 21. Koller remata cruzado en el área pequeña un balón que le pasa por alto Kehl tras superar con un sombrero a Salgado y Helguera. 1-1. M. 90. Portillo empalma con la derecha y desde el borde del área un servicio de Zidane.

Árbitro: Graham Poll, inglés. Mostró tarjeta amarilla a Wörns, Reuter y Evanilson.

Unos 45.000 espectadores en el Westfalenstadion. Cuarto partido de la segunda fase de la Liga de Campeones.

Más información
El chico que no duda
Regalo de Giggs
El Depor recobra los signos vitales
De la libreta al vermú
"Demostrad que sois hombres"

El Borussia, que ofreció algunas exquisiteces en el partido del Bernabéu, tiró por lo básico ante su gente. Lo básico fue una superpoblación de jugadores defensivos en el medio campo y la búsqueda de Koller para buscar rechaces o lo que hiciera falta. Koller es una bicoca en este equipo. Cuesta creer tanta, y tan buena, actividad en un jugador de dos metros. Desde luego no es el delantero a la inglesa que busca los cabezazos y ofrece rechaces a la segunda línea de ataque. Pero si hay que hacerlo, Koller lo hace como nadie. Utiliza su corpachón de forma selectiva, para el choque, para tapar la pelota o para confundir. Koller confunde porque amaga, se gira, regatea, toca de primera, se mueve hacia los costados o verticalmente, todo con una coordinación perfecta, impropia de un gigante, alguien que es al fútbol lo que un pívot de 2,40 para el baloncesto. O sea, un alien. Por extraño que parezca, Koller es principio y fin del Borussia. Para el Madrid fue un gravísimo problema en la fase que decidió el encuentro.

La cima del Borussia fue el gol de su gigante. No necesitaba de juego para producir ocasiones, según el viejo modelo alemán. La ausencia del creativo Rosicki tuvo un efecto evidente sobre el equipo, más plano, con una densa trama de especialistas defensivos en el medio campo. De las cosas del ataque se ocupaba Koller, que tampoco tuvo empacho en ayudar a los centrocampistas para defender, para descargar la pelota, para protegerla y permitir el despliegue del equipo. Y para marcar goles. Del que anotó frente al Madrid hay atribuirle el mérito de su derechazo. El resto corrió a cargo de Míchel Salgado, autor de un despeje infame que permitió la llegada de Kehl y el pase decisivo a Koller. Hubo varios errores de este pelo, y por ahí tiró la noche el Madrid. Errores de Helguera, de Salgado, de Roberto Carlos, fallos de atención o conceptuales que desembocaron en oportunidades clarísimas del Borussia.

Con el tanto de Koller, el Borussia reforzó sus tesis: más defensa, más presión, menos espacio para el Madrid. Lo único raro fue la propensión del equipo alemán a admitir situaciones de mano a mano en el segundo tiempo. Y también fue raro que no las solucionaran las estrellas madridistas, que no lograron interpretar jugadas de tres contra tres, y hasta contra dos. No le faltaron ocasiones al Madrid, que se condenó a un partido angustioso. Lo jugó mal y bien, así, sin continuidad. A momentos de indiscutible autoridad seguían fases de desconcierto. Tampoco ayudó la deficiente actuación de Figo y Zidane. Al extremo se le vio disminuido, probablemente con dolores. No extrañó su sustitución en el segundo tiempo. Le mejoró Miñambres en la ofensiva final, como mejoró Guti a Flavio. Lo de Guti fue excepcional en todos los sentidos. Entró a jugar y el Madrid se elevó inmediatamente, fiado al criterio y al ingenio de un jugadorazo que jamás obtiene el reconocimiento que merece.

Goleador de ley

Zidane tuvo la llave que no utilizó hasta el último minuto, en la jugada que desembocó en el gol de Portillo. Con todo lo gran jugador que es, en Dortmund hizo un partido intrascendente. Zidane no remató, no alcanzó el área, no ofreció los pases de costumbre. Pero a muy última hora, aprovechó la debilidad en el flanco izquierdo del Borussia -Sammer descuidó el lateral con el cambio de Dedé por Amoroso- para progresar sin oposición y cruzar el pase que concretó Portillo como lo hacen los goleadores de ley. Acababa de entrar, era su primera intervención, el partido echaba humo, el final era inminente. Bien, la clase de escenario que desalienta a cualquiera pero motiva a los goleadores de verdad. No fue Ronaldo, que hizo un partido espléndido, ni Raúl, el héroe habitual en estas situaciones. Fue Portillo, destinado a aprovechar lo que Morientes desestima. Y lo aprovechó a lo grande, con un tanto que puede marcar el signo de la temporada del Madrid. Ha nacido para eso, para hacer goles, sin preguntarse nada más.

Portillo corre para celebrar el gol del empate ante la desolación de los jugadores del Borussia.
Portillo corre para celebrar el gol del empate ante la desolación de los jugadores del Borussia.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_