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Polémica en Italia por el traslado a Milán de la RAI-2

Las primeras consecuencias del proceso descentralizador de Italia se han dejado sentir en la televisión pública, RAI, una de cuyas tres cadenas, la segunda, tendrá que operar a partir de ahora desde Milán. "La televisión tiene que quedar anclada en el territorio", ha declarado el líder de la Liga y ministro para las Reformas, Umberto Bossi, del que ha partido la iniciativa. Si todo sale como prevé el ex líder secesionista, en el plazo de unos meses las regiones italianas gozarán de una nueva autonomía que abarcará competencias en materia de educación, policía local y sanidad.

La ley autonómica, bautizada a la inglesa con el término devolution, superó recientemente la primera barrera parlamentaria con consecuencias inmediatas en la televisión, que ha empezado a adaptarse al modelo federalista. El Consejo de Administración de la RAI -en el que sobreviven sólo dos de los cinco miembros- anunció el pasado jueves el desplazamiento de la RAI-2 a Milán, provocando una polémica descomunal en Italia. El proyecto Bossi incluye el traslado de la RAI-3 a Nápoles en fecha no determinada.

Por una vez el centro-izquierda, totalmente contrario a la medida, se ha encontrado con el inesperado apoyo de Alianza Nacional (AN), una de las piezas esenciales en la coalición de Gobierno. Ni AN ni su presidente, Gianfranco Fini, viceprimer ministro, están dispuesto a que esta descentralización dé un golpe mortal a la visión unitaria de Italia.

Fini reclamó el sábado la dimisión de la cúpula de la RAI, integrada por el presidente Antonio Baldassarre; el consejero delegado, Agostino Saccà, y por el único consejero superviviente, Ettore Albertoni, próximo a la Liga, por considerar intolerable su gestión. Para el viceprimer ministro, lo grave no es el traslado de la RAI-2 a Milán, sino la forma un tanto intempestiva en que se ha hecho. Lamentablemente para Fini, la RAI cuenta con el apoyo de Bossi, aliado del primer ministro Silvio Berlusconi, que apoya esta descentralización manu militari.

La tensión no ha dejado de aumentar en vísperas de la reunión, prevista para mañana, de la Comisión de Vigilancia Parlamentaria de la RAI en donde podría producirse una extraña coalición contra el consejo del ente público, que sumara los votos adversos de los consejeros del Olivo, los de AN y los de los partidos centristas de la coalición de Gobierno.

Las polémicas están lejos de ser una novedad en la televisión pública italiana. A raíz de la manifestación pacifista del 15 de febrero, que fue transmitida en directo únicamente por la La 7, una cadena privada, la RAI fue objeto de numerosos ataques por parte de la coalición de centro-izquierda, El Olivo, y del líder del principal sindicato, CGIL, Guglielmo Epifani, por considerar que no había demostrado ser un servicio público, sino un ente partidista.

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