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El temor a ser repatriados pone en riesgo de fuga a los chicos magrebíes tutelados

El miedo a ser localizados por la policía pone en riesgo de fuga a los magrebíes tutelados

El miedo a la repatriación ha cundido entre los menores marroquíes que, tras emigrar solos a Madrid, están tutelados por la Comunidad. Desde que el embajador de Rabat, Abdesalam Baraka, solicitase el pasado día 10 al Gobierno español el retorno a Marruecos de esos adolescentes, son ya ocho los devueltos. Los restantes (un centenar) viven angustiados temiendo ser los próximos. Algunos, según educadores y ONG, se han fugado de las residencias y talleres formativos para que la policía no los encuentre. En España residen de 2.000 a 4.000 menores magrebíes sin familia.

"Los chavales están tan nerviosos que algunos de ellos duermen vestidos para salir corriendo si llega la policía a buscarlos de madrugada. Se ha corrido la voz de que a algunos de los repatriados se los llevaron los agentes de madrugada y pasan tan malas noches que hay que ir a tranquilizarlos", explica Pablo Pérez, un sacerdote mercedario que dirige en Ventas una casa para menores inmigrantes sin familia en Madrid. Entre los 15 chavales que tiene acogidos sólo hay tres marroquíes, porque el resto procede del África subsahariana.

Educadores de la residencia Concepción Arenal (San Blas), donde residían cuatro de los ocho repatriados -el resto vivía en las residencias de Leganés y Móstoles y en los pisos de la Fundación Tomillo y Mensajeros de la Paz- explican que en este centro es donde más ha cundido la alarma. "Hace días teníamos unos 11 chicos magrebíes. Ahora, entre los cuatro repatriados y los que se han fugado, ya casi no queda ninguno. Unos se han marchado a otras provincias y otros se han cobijado en casas de conocidos o se han echado a la calle", explican los educadores.

En la residencia Picón, de Paracuellos del Jarama, también ha cundido el nerviosismo entre los marroquíes sin familia. "Casi no duermen y llegas a las habitaciones y los ves haciendo lianas con las sábanas para descolgarse por las ventanas o colocando muebles detrás de las puertas. Lo peor es que todo esto perjudica nuestra tarea educativa porque los chicos creen que sabemos si les van a echar, cuando nosotros somos los más desinformados", aseguran trabajadores de este centro.

La misma preocupación se observa en los talleres formativos de la Consejería de Educación a los que acuden estos muchachos, como los de Puerta Bonita (Carabanchel) y Tierruca (Puente de Vallecas). El profesorado de este último centro, a cuya aula de cocina acudían tres de los menores devueltos a Marruecos, ha manifestado su malestar por la decisión de repatriarlos, pese a su "buen proceso de integración social y de aprendizaje", sin preguntar antes a los docentes sobre su evolución.

Según Gloria Calduch, directora de Tierruca, aunque los chicos magrebíes siguen asistiendo a clase, "se les nota muy nerviosos y preocupados".

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Mayoría de edad

Ni los chavales ni sus educadores saben qué criterios está siguiendo la Delegación del Gobierno para decidir a quién devuelve a Marruecos. Se preguntan por qué se está repatriando a muchachos integrados, próximos a la mayoría de edad (la mayoría tiene ya cumplidos los 17 años), en la que podrían empezar a trabajar y con un deseo claro de labrarse un futuro en España.

Desde 1997 sólo se habían ejecutado nueve repatriaciones, pero en sólo 11 días ya van ocho. La Delegación de Gobierno en Madrid se limita a decir: "Es un tema sobre el que hay que preguntar a la Delegación del Gobierno para la Extranjería".

Portavoces del Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF), que tiene bajo su tutela a estos muchachos, aseguran que su obligación es solicitar a la Delegación del Gobierno que los devuelva con sus padres. "Así lo establece la Ley de Extranjería", añaden. "Después es la delegación quien ejecuta la medida".

La Ley de Extranjería indica que para repatriar a un menor es imprescindible localizar antes a su familia, o, en su defecto, a los servicios de protección de menores de su país. Si en nueve meses no se consigue, el Gobierno español debe documentarle con un permiso de residencia.

La ley establece también que es necesario escuchar al menor antes de decidir sobre él. Y esto no se cumple, según Mustafá el M'rabet, presidente de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes en España (ATIME). "¿Qué sentido tiene devolverlos a la misma situación de la que han huido?", se pregunta.

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