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Reportaje:

"¡Qué hermoso es el Estado!"

El Ministerio de Hacienda francés desalojó un ala del Louvre, pero el Gobierno no se va de La Aduana de Málaga

En el Palacio de la Aduana de Málaga van a cohabitar en los próximos años el Museo de Bellas Artes y la Subdelegación del Gobierno. Una cohabitación íntima, con dos puertas distintas: primera y segunda planta para la administración y bajo y ático para el museo. El protocolo que lo establece será presentado esta tarde por el ministro de Administraciones Públicas, Javier Arenas.

La Plataforma Ciudadana, formada por medio centenar de organizaciones -entre las que se encuentra el propio Partido Popular- no ha conseguido convencer al Gobierno para que desaloje entero el edificio. El proyecto de la Plataforma es instalar un Museo de Bellas Artes y Arqueológico de 12.000 metros cuadrados para las 2.000 obras de arte y 15.000 piezas de arqueología, con salas para la colección permanente y exposiciones temporales, una biblioteca de 30.000 volúmenes, laboratorio de restauración, almacenes, salón de actos, cafetería, tienda y recepción. Los antecesores de Arenas (Mariano Rajoy, Ángel Acebes y Jesús Posada) han repetido, para justificar su negativa a la cesión, que "La Aduana es el símbolo del Estado" en la ciudad.

Esta historia de cómo la administración pretende ser más representativa del Estado que la cultura no es nueva, ni exclusiva de España. La periodista francesa Catherine Nay, en su libro Le Dauphin et le Régent, (El Delfín y el Regente, Éditions Grasset, 1994), la historia política de Jacques Chirac y Edouard Balladur, cuenta una anécdota muy ilustrativa del museo de El Louvre, que se parece a la polémica que se libra en Málaga sobre el uso museístico de La Aduana, un singular edificio del siglo XVIII. Cuando en 1986, Chirac se convirtió en primer ministro francés, en la primera cohabitación con el presidente de la República François Mitterrand, nombró a Balladur ministro de Estado (en la práctica, viceprimer ministro) de Economía y Hacienda. Mitterrand había alentado desde su llegada al Elíseo en 1981 el proyecto Gran Louvre, del que el resultado más conocido es la pirámide diseñada por el arquitecto de origen chino Ming Pei.

En 1986, en vísperas de la victoria del RPR gaullista y la UDF centrista, los 5.000 funcionarios que ocupaban el ala norte del edificio fueron desalojados para que el museo más importante del mundo ganara 22.000 metros cuadrados. Cuando Balladur llegó al Ministerio se encontró con que lo único que quedaba en pie era su despacho. Hasta las oficinas del gabinete habían sido demolidas; pero el nuevo ministro las mandó rehacer e hizo de las estancias de Napoleón III en la calle Rivoli su particular palacio. El nuevo edifico del Ministerio, en las afueras de Paris, no estaba terminado y Balladur se negó a desplazarse a una ubicación provisional, para disgusto de todo el mundo.

Su actitud queda perfectamente reflejada el 11 de noviembre de 1986, durante la ceremonia tradicional en honor de los antiguos combatientes. Catherine Nay cuenta cómo desde el Arco del Triunfo, Balladur contemplaba, en compañía de su colega de Justicia, los Campos Elíseos, con la Plaza de la Concordia, las Tullerías y el Louvre al fondo. Y le dijo "Regardez, Albin [Chalandon], comme c'est beau l'Etat" ("Fíjese, qué hermoso es el Estado"). Esta identificación de un edificio con el Estado, es la misma que hacen los ministros del PP en Málaga.

El estilo de Balladur llevó al humorista de Le Monde Plantu a dibujarlo como un aristócrata, llevado en litera por dos porteadores, y en su partido, el RPR, le empezaron a llamar el virrey del Perú. En 1988 Mitterrand ganó las presidenciales y el Partido Socialista las legislativas y Balladur se marchó de su querido Ministerio.

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En el ala Richelieu en lugar del viejo Ministerio de Economía y Hacienda hay ahora esculturas francesas, pinturas flamencas, el inicio de un circuito de Oriente y el Islam, dos cafés y salas de documentación. En Málaga, por el contrario, el Gobierno se apuntó a la fórmula de cohabitación entre el Estado y un museo, que hoy presenta el ministro Arenas. El alcalde Francisco de la Torre (PP) ha defendido en los últimos años que el edificio entero fuera museo de Bellas Artes y Arqueológico. Incluso llegó a encabezar una manifestación de 4.000 personas para reclamarlo en la calle, en enero de 2001, pero ahora considera esta solución -3.000 metros para el Bellas Artes- "suficiente" para el futuro cercano.

De la Torre admite que "el Louvre es más símbolo del Estado francés que un ministerio cualquiera", pero en el caso de Málaga puntualiza: "Para los miembros del Gobierno con los que he hablado, el problema es el reflejo que la cesión podría tener en capitales como las vascas, donde de repetirse la fórmula se podría interpretar como un signo de descomposición del Estado". Desde la oposición, Antonio Romero (IU), recuerda que "en La Aduana se torturó a los presos políticos en la Dictadura" y subraya que hay centenares de metros de viviendas, todavía hoy, en la antigua casa del gobernador.

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