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Tribuna:COYUNTURA INTERNACIONAL
Tribuna
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Mucho que perder

Sonsoles Castillo

Hablar sobre las perspectivas de la economía estadounidense en un momento como el actual es especialmente complicado. Tal y como mencionó expresamente el presidente de la Reserva Federal recientemente ante el Congreso, "la intensificación del riesgo geopolítico hace muy difícil discernir hacia dónde puede encaminarse la economía". Algunos analistas van incluso más allá y consideran que el factor Irak puede no ser el único que impida el despegue de la economía estadounidense en los próximos meses.

Centrándonos en el factor Irak, parece voluntarioso pasar de puntillas sobre sus efectos y sobre cómo la resolución de la guerra puede impactar sobre la economía estadounidense. En los últimos meses se observa una mejora de las condiciones financieras, pero la inversión sigue sin tirar y la economía no despega. Por supuesto, junto a factores microeconómicos que pesan negativamente en las decisiones de inversión, el recrudecimiento de la tensión bélica y la incertidumbre asociada a la misma están afectando negativamente a las expectativas de los empresarios. De hecho, los índices de actividad y de expectativas de febrero registraron caídas significativas.

El clima prebélico retrasa la recuperación, una guerra prolongada podría llevar a EE UU a la recesión

Por tanto, incluso si no hubiera guerra, el clima prebélico ya está representando un coste para el crecimiento. Pero, ¿y si finalmente hay guerra? Históricamente, las grandes guerras han venido seguidas de periodos de expansión, algo que no ocurrió en la Guerra del Golfo. Ahora, el escenario más probable (40%-60%), según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, es el de un conflicto corto y favorable. En este caso, el gasto militar sería del orden del 1% del PIB de EE UU. Un gasto similar al de la Guerra del Golfo, pero que podría recaer casi por entero sobre EE UU si no se consigue el respaldo de la ONU. El impacto total sobre la economía sería positivo, aunque despreciable. Pero éste no es el único escenario. El conflicto podría complicarse y las consecuencias podrían ser muy negativas. Según estima el reciente trabajo de Nordhaus (2002), el coste militar podría entonces multiplicarse por 20 y el PIB podría contraerse a corto plazo entre 1,5 puntos porcentuales, en un caso intermedio, y en 4,5 puntos en el peor de los escenarios. El aumento del precio del petróleo y la reducción de la confianza compensarían negativamente el impulso del gasto en defensa. EE UU tendría poco que ganar y mucho que perder.

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