Puigneró planea recortar un 10% el empleo en Sant Bartomeu
La textil no levantará la suspensión de pagos hasta el próximo marzo
El adelgazamiento de la textil catalana Hilados y Tejidos Puigneró, aún en suspensión de pagos, no ha terminado. Tras vender su planta de Roda de Ter y cerrar la de Prats de Lluçanès, la apuesta de la empresa se centra en la actividad de acabados en Sant Bartomeu. Pero esta última planta que le queda también se verá abocada a recortar la plantilla. Al menos 55 de los 505 empleados actuales de Sant Bartomeu se verán afectados por el recorte.
El objetivo de la dirección de Puigneró es conseguir el equilibrio de las cuentas -es decir, atajar las pérdidas- a finales de este año. Pero, según fuentes de la empresa, este objetivo sólo se alcanzará si se dan dos premisas. La primera, que los gastos operativos de personal se limiten a 450 empleados. Y la segunda, que los ingresos alcancen a finales de 2003 los 42 millones de euros.
La primera condición pasa así por una nueva reducción de plantilla de 55 personas, de las 505 actuales que trabajan en Sant Bartomeu del Grau (Osona), pero el alcance del recorte podría ser mayor según evolucionen las ventas de Puigneró. Y el año no ha empezado en línea con las expectativas de la empresa. En enero y febrero, la facturación no ha alcanzado el listón mensual de los 3,82 millones de euros que se había fijado.
De hecho, el arranque del año siempre suele ser negativo para un sector que se enfrenta a la competencia de los países asiáticos y Puigneró no es una excepción. Sin embargo, el sentir dominante en la retahíla de ferias internacionales que se han celebrado en esta industria estos días apunta a que, a partir del próximo marzo, las ventas deben repuntar. Pero Puigneró no las tiene todas consigo.
Guerra con Irak
La dirección de la textil no esconde que, como toda la industria, el horizonte de incertidumbre económica que marca la posible guerra contra Irak puede afectarle seriamente, y más aún teniendo en cuenta el duro proceso de transformación que ha vivido la empresa, que cuando suspendió pagos a finales del año 2000 empleaba a 1.800 personas.
Fuentes sindicales señalaron hace pocos días que la plantilla cree en la apuesta de la dirección por los acabados centralizada en Sant Bartomeu, donde, además de esta planta, el grupo Puigneró también cuenta con un centro (HSE) especializado en confeccion que emplea a 50 personas más. Sin embargo, estas fuentes no ocultaron su temor a recortes de empleo. "Tenemos la sensación de que esto no acaba de tirar y de que no acabaremos los mismos que estamos hoy".
El caballero blanco que ha aparecido para contribuir a levantar Puigneró, el grupo chino Shandong Bhinzou, ha cerrado un acuerdo con la textil catalana para, en una primera fase, pasar a controlar el 15% del capital de la empresa y suministrarle tejidos a bajo precio. Puigneró es propiedad del grupo familiar de Josep Puigneró.
Pero Shandong Bhinzou, prudente, no mueve ficha hasta que Puigneró no levante la suspensión de pagos, que declaró hace más de dos años con un pasivo de 138 millones de euros. Los abogados de la textil calculan que esta cuestión, en manos del juzgado número 4 de Vic y que arrastra meses de retraso, no estará resuelta hasta mediados de marzo.
Retraso judicial
A mediados de noviembre pasado, Puigneró entregó la documentación en el juzgado: por una parte, los convenios firmados con los acreedores preferentes, a los que corresponde el grueso de la deuda y entre los que destacan la Seguridad Social, la Agencia Tributaria y el Instituto de Crédito Oficial, y, por otra parte, la propuesta de adhesiones de más del 80% de los acreedores ordinarios.
Fuentes jurídicas atribuyen el retraso del informe -a la espera del interventor y que ha pasado por las manos de tres jueces distintos (Pilar Caballero, Susana Solans y Montserrat Hernando)- al "vacío administrativo" provocado por la baja de maternidad de la secretaria del juzgado número 4 de Vic. Puigneró, que en 2001 dividió por cuatro las pérdidas del año anterior (105 millones de euros, de los que 85,34 millones correspondieron a ajustes fiscales) no pudo alcanzar el deseado cash flow equilibrado en 2002.
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