Un caramelo amargo
Chupa Chups está poniendo en marcha una batería de medidas para superar las dificultades por las que atraviesa, tras haber perdido el año pasado alrededor de 18 millones de euros.
El caramelo del palito se ha hecho mayor y ha arrastrado en su madurez a la multinacional catalana, que intenta ampliar el espectro de sus clientes, desde los niños a los adultos, con nuevos productos. Uno de ellos, sobre el que se guarda riguroso silencio, saldrá de la fábrica asturiana de Villamayor este mismo año.
El lanzamiento se inserta en la nueva estrategia y reordenación de la empresa que ha supuesto, entre otras cosas, el traslado de la sede de Barcelona a Cornellá, la venta del 50% de su filial china a un operador local, la reducción de empleo en varias fábricas y una eventual venta de activos no estratégicos.
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