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900 alumnos de la Complutense han estado 5 meses sin cobrar la Erasmus

Unos 900 alumnos de la Universidad Complutense que estudian en Europa con una beca Erasmus han pasado medio curso sin recibir la ayuda que les corresponde para estos estudios. El vicerrector de Relaciones Internacionales, Carlos Seoane, reconoció este extremo y lo achacó a un "fallo en el sistema informático" de la universidad a través del cual se gestionan los trámites económicos.

El sistema fue instalado en noviembre y no ha funcionado hasta febrero por lo que "se han paralizado todos los trámites económicos" y el banco no ha podido efectuar las transferencias hasta este mes. Alrededor de 900 alumnos de los más de 1.000 que estudian con esta beca han sufrido este retraso en los pagos.

Para cobrar este dinero y evitar "casos de picaresca", los alumnos deben primero enviar a la Complutense un certificado en el que la universidad de destino demuestra que ha comenzado el trabajo de estos estudiantes y procede con normalidad. Estos documentos suelen llegar a principios del curso y, efectivamente, la Complutense ya ha recibido unos 900, pero estos chicos han tenido que pagar de su bolsillo el coste de su vida en los países europeos durante el tiempo que han estado sin cobrar.

La beca Erasmus para los alumnos de la Complutense asciende a 2.043 euros por curso completo, 10 meses; no todo corre por cuenta de Bruselas. La financiación de estas ayudas se completa con lo que aportan la Comunidad autónoma de Madrid, el Ministerio de Educación y la propia Universidad Complutense. Esto es así porque se considera insuficiente la beca para vivir y estudiar en países más caros que España. Así pues, en el caso de un curso completo, el alumno recibirá 1.060 euros de Bruselas, 390 de la Complutense, 242 de la Comunidad autónoma de Madrid y 340 del Ministerio de Educación, en cifras redondas. Aunque todos los pagos parten de la universidad, que es la que recauda el total de las ayudas.

Insuficientes

Seoane lamentó que las becas Erasmus son "claramente insuficientes y manifiestamente injustas" para los alumnos españoles y sus colegas mediterráneos. La razón de ello es, según dice, el modo de vida de estos estudiantes en sus países de origen y la carestía de algunos destinos académicos en Europa. Bruselas sólo paga la diferencia entre lo que cuesta estudiar en la universidad de la que procede el alumno y en la de destino. Y esa ayuda, dice Seoane, se queda muy corta para los españoles. Los padres de estos chicos calculan que la estancia en estos países les puede salir por 7.000 euros el curso completo.

Aunque en este caso no se les cobra matrícula, un alumno español "suele vivir en casa de sus padres y el café le sale más barato que en los otros países", mientras que a un holandés, por ejemplo, el Estado le da ayuda suficiente para que estudien fuera de casa. Y a ese dinero suman la beca Erasmus.

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