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Crítica:CLASICA | DEZSÖ RÁNKI
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Arte grande para la inmensa minoría

Hace casi tres años que Dezsö Ránki (Budapest, 1951) no viene al ciclo de Grandes Intérpretes. Ahora, la misma organización, Scherzo, con el patrocinio del diario EL PAÍS, lo ha presentado nuevamente en el auditorio a sala llena (2.293 localidades), en un programa difícil y sin la menor concisión. Se rindió homenaje en la inteligente selección a la modernidad de Claude Debussy y al virtuosismo y las anticipaciones de Franz Liszt. Uno y otro, al menos en las obras elegidas, no dejan de estar conectados y no fue casualidad que Béla Bartók, uno de los gigantes del siglo XX, sintiera entusiasta admiración y confesara haber recibido influencias de la música del genial francés.

En Microcosmos, Bartók muestra la sutileza de su imaginación y su talento pedagógico, pues se trata, en definitiva, de hacer del estudio arte y de la invención comunicación persuasiva. Ránki tocó no sólo con dominio, sino con asombrosa naturalidad parte del libro sexto de la larga colección, y entre lo más caracterizado figuraron seis danzas de ritmo búlgaro, en las que los ritmos, las formas de ataque, las soluciones a la herencia de lo popular cuajan en un fascinante conjunto de coloraciones. En la Suite opus 14 y en la denominada Al aire libre (1926), la estilización del folclor toma aspectos evocativos de singular belleza que Dezsö Ránki enalteció con un vivo frescor y a través de su refinado espíritu analítico.

Dezsö Ránki

Dezsö Ránki (piano) Obras de Franz Liszt, Claude Debussy y Béla Bartók. VIII Ciclo de grandes intérpretes, organizado por la Fundación Scherzo y patrocinado por EL PAÍS. Auditorio Nacional. Madrid, 11 de febrero de 2003.

Virtudes todas que, en el caso de Children's Corner nos descubrían como novedad pentagramas tantas veces escuchados. Todo se hace arte elevado en el pianista húngaro gracias a un cuasi sistema de sugerencias, de un preciosismo verídico y desnudo de convencionalismo. Y algo análogo podríamos suscribir de la selección e interpretación de varios títulos de Liszt, como Lúgubre góndola o el Vals número 4, con tantas resonancias y vecindades chopinianas.

En resumen: un recital ejemplar que hace años parecería minoritario y propio para gentes de fina receptibilidad, esto es, minorías: hoy, en buena parte por la labor de intérpretes de la categoría y singularidad de Ránki, a la inmensa minoría. Largas ovaciones obligaron al concertista de Budapest a prolongar su programa con un par de "propinas".

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