Pasqual condiciona su regreso al Lliure a más ayuda pública
El director pide una nueva fórmula jurídica para el teatro
El Teatre Lliure hizo pública ayer la respuesta que ha dado Lluís Pasqual a la oferta de volver a dirigir el colectivo. Dicha respuesta consiste en un texto de casi 20 páginas titulado Per un teatre concret. En él, Pasqual condiciona su regreso a un cambio radical en las estructuras del Lliure que lo convierta completamente en un teatro público y ponga punto final a la "aventura privada" que ha sido, en su opinión, la historia del colectivo. Este cambio, según Pasqual, permitiría disponer de los recursos que precisa y no tiene en la actualidad el teatro, y es previo a cualquier proyecto artístico.
A juicio de Pasqual, el Lliure se precipitó ocupando su nueva sede y ahora está en una situación peligrosa para la que el director emplea el símil de la peste y del chapapote gallego.
Pasqual no concreta el nuevo modelo que propugna, pero éste podría ser un consorcio de las administraciones que liberara al Lliure del corsé de los contratos programa que especifican porcentajes de aportación pública para los próximos años en función de los recursos propios generados. El documento de Pasqual llegó ayer mismo a los patronos de la Fundación del Teatre Lliure y el próximo martes se discutirá en asamblea.
El escrito de Lluís Pasqual destaca que sólo si hay acuerdo en cambiar la estructura de funcionamiento del Lliure él continuará desarrollando un proyecto con concreciones artísticas.
Pasqual afirma que tras la muerte de Josep Montanyès en el Lliure "se ha evidenciado una situación insostenible" y dice que percibe en el teatro un alarmante "olor" a enmohecido. Volviendo la vista atrás, recuerda la última asamblea del patronato a la que asistió -"tensa y turbia"- y cómo él fue el único, escribe, que votó "en contra del contrato programa y sobre todo del aspecto económico". Subraya que él entendió que la "aventura" de abrir la nueva sede inmediatamente era "imposible" y que pese a que esa fue al cabo la opción aprobada: "Un mes antes de su muerte, Pep Montanyès me hizo saber que me daba la razón".
En opinión de Pasqual, la discusión en términos de abrir o no la nueva sala era "una manera de obviar el problema" porque todo el mundo, "empezando -sospecho- por el propio Montanyès, sabía que era un suicidio votar por un proyecto artístico dotado con tan pocos recursos". La "irracional" urgencia de abrir el teatro y el "precipitado abordaje" ha conducido, asegura Pasqual, a una crisis. "Parece ser que no se podrán cumplir las previsiones económicas de entradas propias para equilibrar el presupuesto", anota, ni para 2002 ni aún menos en 2003, y ello pese a una política económica de gran austeridad "que se convierte en un peligro y en un acto próximo a la ilegalidad cuando afecta a determinados aspectos como, por ejemplo, el de la seguridad ligada tanto al mantenimiento como a los seguros civiles". En cuanto a lo artístico, Pasqual señala una sensación general de "indefinible insatisfacción". El director teatral entra a comparar el Lliure con el Teatre Nacional (TNC) y juzga que, pese a su similitud, el TNC tiene una asignación directa institucional tres veces superior.
Pasqual pasa revista a lo que constituye la "herencia" del Lliure y deplora que la falta de recursos y la exigencia de prestaciones y sujeciones al gremio teatral le han quitado su libertad. Considera que toda esta "irracionalidad" tiene su causa en que el Lliure no ha sabido transformarse como otras veces, cambiar su estructura de funcionamiento, dotarse de las formas jurídicas que convienen más. Así, "nos encontramos pese a tener la vocación y apariencia de un teatro público delante de una, desde muchos puntos de vista injustificable, aventura privada". Pasqual señala que esa aventura llega "hasta aquí; basta" y pide que se acuerde entre todos "otra forma que nos permita dotarlo de medios para una nueva travesía". El director teatral apunta algunas instituciones que pueden servir de ejemplo: TNC, Liceo, CCCB y MNAC.
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