Muerte y vida
Volvían en el cuarto acto de la ópera los soldados de la guerra -tullidos, masacrados- con una bandera blanca, el consuelo inútil de unas medallas militares de reconocimiento a sus méritos y un grito unánime de rechazo ante los horrores vividos. El director de escena, Götz Friedrich, sitúa el coro en un primer plano e intensifica con la iluminación el factor dramático. Sin necesidad de pegatinas, como en la entrega de los premios Goya, la escalofriante escena se convertía en un oportuno alegato feroz contra todas las guerras. La ministra de Cultura asistía a la representación. No gana para sobresaltos.
Era una imagen que se correspondía con otras de la magnífica exposición dedicada al director alemán Götz Friedrich, fallecido el 12 de diciembre de 2000: poderosas fotografías de montajes de óperas de Wagner o Janácek, inquietantes decorados de La ciudad muerta, de Korngold. Enfrentarse a un título tan desigual como Fausto, de Gounod, es un desafío para un hombre de teatro.
Fausto
De Charles Gounod. Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid. Director musical: Alain Guingal. Producción de la Opernhaus de Zurich (1997). Dirección de escena: Götz Friedrich, realizada por Claudia Blersch. Escenografía: Andreas Reinhardt. Con Mariella Devia, Aquiles Machado, Robert Hale, Jean-François Lapointe, Lola Casariego, Marco Moncloa y Mabel Perelstein. Teatro Real. Madrid, 7 de febrero.
¿Cómo conseguir una cierta unidad estética, cómo pasar de la embriagadora languidez del tercer acto en el jardín de Margarita al imposible final con la lucha entre condenación y salvación? Ardua papeleta, que Friedrich resolvió con inteligencia en su dominio de los espacios atormentados, la dialéctica entre la geometría y la irracionalidad, o la convivencia de criterios conceptuales, hiperrealistas y expresionistas. La distancia, la frialdad, del jardín de Margarita, o el tono discotequero de travestones únicamente aliviado por los empalados de fondo en la escena de Walpurgis, contrastaba con la fuerza plástica y testimonial del órgano en el diálogo entre Margarita y el diablo, el misterio poético del comienzo del cuarto acto con las inquietantes sillitas y puertas, o la espléndida escena final con las alusiones divinas y el simbólico relevo de camisas de fuerza de los protagonistas. La apuesta por el riesgo y por la creatividad de las ideas estéticas disculpa de una mayor homogeneidad en la resolución global.
Desde 1979 no se escuchaba Fausto en Madrid. Aquiles Machado heredaba el papel protagonista con unos antecedentes como Jaime Aragall y, en los sesenta, Alfredo Kraus. No se asustó. Vino a darlo todo, y lo dio. Entusiasta, animoso, consciente de que el público está con él. Es el tenor venezolano un cantante de tierra y sangre, valiente en los agudos, pero línea de canto etéreo, ensoñadora, de Salut demeure chaste et pure, por citar el aria más emblemática de su rol, le queda algo lejana en el estilo. Es cuestión de tiempo. Su coraje, su valentía, su entrega, en cualquier caso, emocionan. Y eso es lo que más importa. Al menos, de momento.
Comenzó un tanto reservada Mariella Devia. A partir del aria de las joyas estuvo sensacional, y en la escena de comienzo de la segunda parte consiguió los momentos de máxima intimidad de la noche. Con su finura habitual escribe José María Guelbenzu, en uno de los textos del programa de mano, que "Margarita es un personaje muy por encima de los demás, mucho mejor y más amorosamente construido". La soprano italiana se encarga de demostrarlo: interiorizando los afectos desde una concepción cercana al bel canto y subrayando siempre lo que podríamos llamar la dimensión humana del personaje. Resolvieron con acierto sus papeles Robert Hale, Lola Casariego y Jean-François Lapointe, entre otros.
La orquesta respondió con corrección, aunque sin refinamiento, a las órdenes de Alain Guingal, tan serio y hábil como concertador como eficaz en el equilibrio entre las diferentes secciones. Estupendo el violín solista en el aria de Fausto del tercer acto. En cuanto al coro, cumplió en líneas generales, pero no acaba de conseguir el nivel de matización deseable. Con sus más y sus menos, fue en conjunto una buena noche de ópera. El público así lo percibió, correspondiendo con calor a los artistas en los saludos finales.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.