Estruendo y sentido del humor
A veces, el devenir del rock en directo proporciona curiosas veladas, como la que combinó a un histórico del power pop de la década pasada con una banda de punk garajero con veinte años de carrera a sus espaldas y cierta vocación de cementerio de elefantes para veteraros del rock sin rumbo. En el cuarteto, originalmente californiano, White Flag han militado en algún momento de su carrera Kim Shattuck y Ronnie Barnett, de los Muffs; Jeff McDonald y Steve McDonald, de Redd Cross; Greg Hetson, de Bad Religion; Dale Crover, de Melvins, y Eric Erlandson, de Hole, sólo por citar unos cuantos de aquellos mercenarios que han puesto su instrumento al servicio del combo. No es de extrañar que Ken Stringfellow haya terminado recalando en White Flag como bajista y cantante, toda vez que, tras la disolución de The Posies, su trayectoria ha dado buena cantidad de bandazos. En su pequeña gira por locales pequeños en España, Stringfellow hizo doblete, al telonear en solitario y en formato de cantautor eléctrico a White Flag.
White Flag + Ken Stringfellow
White Flag + Ken Stringfellow. Sala Moby Dick. 15 euros. Madrid, 5 de febrero.
Ken Stringfellow se sobró durante casi media hora en la que desgranó temas de su disco en solitario, This sounds like goodbye, y demostró que su personalidad como intérprete les sitúa en posición equidistante entre el legendario Alex Chilton y un más cercano Michael Stipes. Rock suave, apasionado e irregular de primer plato, bien interpretado y del que sólo cabe quejarse de que demasiado tema lento puede con cualquiera, por muy entusiasta que se sea.
Afortunadamente, el segundo plato lo conformaba una buena dosis de rock estruendoso y con sentido del humor a cargo de unos White Flag más escorados que nunca a la ortodoxia punk de los sesenta, con parada obligatoria en The Kinks, de quienes interpretaron el tema I need you, y los maravillosos The Standells, grupo americano de culto que conviene rescatar de vez en cuando por temas como el compartido con White Flag: Some times good guys don't wear white.
Con un look en el que abundaba el tinte de pelo para camuflar las canas, el grupo ofreció una entretenida actuación en la que lució el predominio de guitarras tirando a sucias, medios tiempos y melodías pop que cristalizaban en las citadas o en el mejor tema de cosecha propia que interpretó la banda, Face down, constituyeron el menú de estos resistentes del rock gamberro de siempre capaces de ofrecer una hora y media de canciones en las que riffs y estribillos son bonitos y agradecidos para un público que busca, lo primero, no dormirse en un concierto de rock más allá de la medianoche.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.