La riqueza de la cultura africana entra en España a través de sus músicas
El Círculo de Bellas Artes rinde homenaje a Ousmane Sembène
Los conciertos del saxofonista camerunés Manu Dibango, la cantante surafricana Busi Mhlongo o los raperos senegaleses de Daara J van a mostrar la vitalidad de las distintas músicas que genera el continente africano. Además, un ciclo de documentales y largometrajes, un homenaje al realizador Ousmane Sembène, un clásico de la poco conocida cinematografía africana, así como seminarios y encuentros, permitirán descubrir una cultura, la del África negra, postrada durante demasiadas décadas en el olvido.
Mejor músicas en plural que música en singular. Porque la distancia entre un griot de Malí, que acompaña sus historias cantadas con una kora (especie de arpa), y un grupo vocal de África del Sur o un rumbero del Congo, es la misma que separa a una cantante lisboeta de fados de un gaitero escocés o de una fanfarria de cíngaros rumanos.
Uno de los padres, junto al desaparecido Fela Kuti, de la música moderna que se toca hoy en el continente africano, el camerunés Manu Dibango, es la estrella musical de estos encuentros. El saxofonista, que se hizo famoso en la década de los setenta con su contagioso Soul makossa, actuará en el Círculo el 20 de febrero con su mezcla de funk, reggae o incluso canción francesa. A punto de cumplir los 70 años, Dibango sigue abogando por la idea del panafricanismo. En 1994, con el disco Wakafrica, logró reunir a músicos de las antiguas colonias inglesas y francesas. Dos universos alejados hasta extremos insospechables. Con él estuvieron Salif Keita, Youssou N'Dour, Angélique Kidjo, Ray Léma, King Sunny Adé, Touré Kunda... Unidos en un proyecto común. "Siempre se está hablando del diálogo norte-sur, pero ¿y del diálogo sur-sur?", suele decir Manu Dibango.
El 27 de febrero, turno para Afro Brass, banda de músicos de distintos países de África, que practican ritmos cercanos al reggae -acompañaron a Rita Marley- y residen en Madrid, una ciudad de la que también son vecinos Afrika Lisanga, Bidinte (Guinea Bissau), Rasha y Wafir (Sudán), Seydu (Sierra Leona), Justin Tchatchua (Camerún), Djanbutu Thiossane (Senegal) o Las Hijas del Sol, Moana Sinepi, Alex Ikot y Baron Ya Buk-Lú (Guinea Ecuatorial), que contribuyen al conocimiento de sus culturas en España y proyectan su música hacia otros puntos de Europa. La sorpresa la podría protagonizar el 5 de marzo la cantante surafricana Busi Mhlongo, con su visión urbana de la cultura zulú. Viene del país donde reinó el apartheid, la siniestra segregación racial. Busi Mhlongo es la primera mujer que retoma la música de los hombres que tuvieron que emigrar a las minas, y la ofrece en un lenguaje asumible por las nuevas generaciones.
En los principales núcleos urbanos de África se deja sentir con fuerza el rap. En Dakar, la capital de Senegal, bullen grupos con un estilo propio como Daara J, cuya actuación está anunciada para el 19 de marzo. Sus letras denuncian la miseria y la corrupción, el paro, la plaga del sida... El rap permite decir en alto lo que antes sólo se pensaba. Y se ha convertido en un espacio de libertad para resistir a la gerontocracia, en un país donde el 75% de la población no ha cumplido los 25 años.
La gigantesca isla de Madagascar, que se desgajó hace millones de años del continente africano, constituye un fascinante crisol de razas y culturas. De allí proceden las ancestrales polifonías religiosas del cuarteto masculino Senge (24 de marzo). Ya en abril, los días 7 y 9, podrán verse algunos ritos animistas de los dogones de Malí, un pueblo que, al igual que los masai, ha despertado siempre la curiosidad de los occidentales. Hoy, viernes, el grupo senegalés Taranga, que toma su nombre de una palabra woloff que significa hospitalidad, pondrá en acción los diferentes tambores que se usan en África occidental para una fiesta de bienvenida al ciclo Cerca de África.
Las imágenes sonoras de Cerca de África las pondrá el cineasta Ousmane Sembène. Si Scorsese o Coppola hubieran tenido que trabajar en las condiciones en que se han gestado las películas de este escritor y director de cine senegalés, probablemente nos habríamos perdido más de un clásico. A sus 80 años, el decano del cine africano, que se dio a conocer en 1962 con el cortometraje Borom Sarret, ha sido el ejemplo para que otros africanos se atrevieran a rodar. Algunos de sus largometrajes -Manda bi (premio de la Crítica Internacional en el Festival de Venecia 1968) o Emitaï-, además de la reciente Faat-Kiné, se proyectarán en el Círculo de Bellas Artes.
Elefantes imaginados
La que fue ministra de Cultura de Malí, Aminata Traoré, presente en la conferencia inaugural del pasado martes -Cultura africana en la época de la globalización-, dice que "la cultura es un elemento de reconstrucción de la sociedad". Esencial en países destruidos por la guerra y sumidos en la miseria. El seminario Aproximación a las artes plásticas y literaturas postcoloniales del África negra, que se celebra hasta el próximo 24 de marzo, se inició el lunes con el sugerente título de Elefantes imaginados, elefantes posibles: la percepción del arte. El ciclo de Cultura y Sociedad abordará los rasgos diferenciales de los países africanos (etnias, lenguas, religiones...), en unos encuentros que se ocupan del Compromiso social de los intelectuales y artistas, la Presencia y subversión de la mujer africana o el Diálogo África-España. África sin límites. Como dijo Léopold Sédar Senghor, "en África no hay fronteras; ni siquiera entre la vida y la muerte".
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