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Reportaje:

Niky se chupa el dedo

Un gorila de 16 años del Zoo tiene un comportamiento infantil debido a que pasó sus primeros años en el sótano de una casa

Niky arrastra problemas de su infancia que le hacen comportarse como si fuese un "niño grande" a pesar de tener ya 16 años. Se chupa el dedo; busca la protección de los otros en demasiadas ocasiones, y no se atreve a imponer su voluntad. En realidad, eso le puede pasar a cualquiera. Pero resulta que Niky no es un humano, sino un gorila de 230 kilos.

Niky llegó al Zoo de Madrid en abril de 1991, cuando tenía cinco años. Los primeros tiempos de su vida los vivió en el sótano de una casa de Madrid. En esa etapa no tuvo contacto con ningún otro gorila. Ni siquiera sabía que existían otros como él.

El tráfico ilegal lo había traído a España casi recién nacido desde África. Su propietario lo tuvo encerrado durante ese tiempo hasta que llegó un día en el que no tuvo más remedio que donarlo al Zoo de Madrid bajo la presión de distintos organismos.

"Posee un gran mundo interior, como el que esconde algo y no lo cuenta"

Ahora Niky vive con otros tres gorilas más -las hembras Nadia y Banga y el macho adolescente Malabo- en las intalaciones del Zoo de Madrid preparadas para ellos. Su adaptación a la vida de los gorilas no ha sido fácil y todo por haber estado solo durante sus primeros años de vida. Así lo explica el profesor de Etología de la Universiad San Pablo CEU y miembro de la Asociación de Primatología Española, Felix Zaragoza: "Cualquier trauma o privación social y psicológica en los gorilas durante la infancia puede conllevar un desvío en su comportamiento en la edad adulta, sobre todo el que tiene que ver con relaciones sociales".

Cuando llegó al Zoo, Niky tenía más apego a las personas que a los animales. Como nunca había visto un primate, al principio, los responsables del Zoo decidieron colocarle con un grupo de chimpancés jovencitos que estaban en la enfermería y que habían sido decomisados recientemente. "Niky estaba acobardado, asustado. Era muy cauteloso con sus movimientos y se quedaba quieto, asombrado de cómo sus compañeros, los chimpancés, jugaban entre ellos. Cuando entraba algún cuidador en el recinto se agarraba a su pierna y no se separaba de él. Era como un niño ñoño que reclama atención todo el tiempo", explica la conservadora de mamíferos terrestres del Zoo de Madrid, Covadonga Talavera.

Después de dos meses llegó la hora de integrarle con los demás gorilas. La primera unión fue con dos hembras, en ese momento preñadas, Nadia y Muni. Había una razón: "El contacto con las hembras es siempre más suave. Sabíamos que no iban a competir con él y además iban a tener un comportamiento maternal", asegura Talavera. Y así ocurrió. Pero los problemas para Niky llegaron más tarde, cuando tuvo que dar la cara ante otros machos gorilas. Primero ante Bioko, el macho dominante en aquella época. "Bioko manifestaba su agresividad y su superioridad, golpeaba el suelo y su pecho. Empujaba a Niky y le dejaba tumbado. 'Aquí estoy yo y soy el que domino' parecía decirle", explica Talavera.

Mientras, las hembras intentaban defenderle por puro instinto de protección a los más pequeños. Aquel primer grupo de gorilas se llegó a estabilizar y Niky pasó de ser macho juvenil a lo que llaman macho subadulto.

Separado finalmente del grupo de Bioko, su segundo rival iba a ser Malabo, cinco años más joven que Niky y actualmente macho subadulto. Así, aunque Niky es superior a Malabo, por edad y por peso, en realidad no lo parece. "Malabo le pincha, le chulea, le provoca para crear el conflicto entre ellos, no le tiene el respeto que le debería de tener", cuenta la conservadora de mamíferos terrestre del Zoo de Madrid. Y es que Niky, ya adulto, no asume que es el líder de su grupo. No sabe imponer el mando. En definitiva, le cuesta asumir su papel de macho dominante. "A Niky le faltó aprender cuando era pequeño cómo funcionan las actividades sociales que se establecen en torno a la jerarquía en un grupo de gorilas. Esa jerarquía él la tiene distorsionada, de ahí que no sepa cómo comportarse", dice Talavera. Y explica que, por eso, es tan importante que estos animales estén integrados durante los primeros años de vida en un grupo de iguales.

A Niky le quedan también todavía gestos de su infancia, como cuando se chupa el dedo. "Eso es una conducta que se observa en gorilas durante su primer año de vida, sobre todo cuando los han criado personas con biberón y sin la compañía de animales de su especie". Niky mantiene este comportamiento a pesar de haber cumplido ya los 16 años. "Es un gesto que les relaja, que les da protección" dice Talavera.

Y es que Niki, como dicen los responsables del Zoo, se manifesta como un animal de carácter infantil. Se ha desarrollado mejor física que psíquicamente. Lo demuestra su falta de descaro y la búsqueda, a pesar de su edad, de la protección de sus cuidadores. Todavía se siente más seguro entre los humanos.

Mientras que los animales normales demandan estar con otros animales él, en cambio, prefiere a las personas. Los visitantes del Zoo madrileño pueden comprobar con sus propios ojos cómo cuando su cuidador se acerca a las instalaciones, Niky le mira a través de los cristales que protege el recinto donde vive para llamar su atención.

Todo el embrollo que hay en su cabeza le dota de un halo de misterio que choca con la transparencia del comportamiento del resto de sus compañeros gorilas. "Su carácter es el de un niño grande. Pero se nota que tiene un gran mundo interior, como el que tiene algo que esconder y no lo cuenta a los demás", asegura Talavera.

Una gran familia de 30 individuos

El comportamiento de los gorilas viene marcado por su vida en sociedad. Suelen utilizar las mismas estrategias para resolver conflictos. "En la reconciliación, los machos actúan de mediadores entre las hembras cuando se pelean, y entre ellas hay mucha competencia por ganarse al macho", cuenta el profesor de Etología de la Universiad San Pablo CEU y miembro de la Asociación de Primatología Española, Félix Zaragoza . Y añade: "El vínculo entre las hembras y el macho es muy fuerte, al igual que con las crías".

Los gorilas son de origen africano. Hay dos tipos. Los de montaña y los de costa, procedentes de Gabón y de Guinea. Viven unos 40 años y conviven en manada. En estado salvaje, se establecen comunidades familiares de entre 10 y 30 individuos. Los grupos suelen estar formados por un macho dominante, otro macho subadulto, entre cinco y diez hembras reproductoras y las crías. Hasta los tres años, las crías se amamantan de sus madres, luego se independizan. Las hembras suelen dejar el grupo donde han nacido -se evita así la endogamia- y, o bien se integran en otro harén, o forman un nuevo grupo con otro macho joven. Los gorilas se alimentan de hojas y se pasan el día comiendo.

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