El impulso de una volea fantástica
Manuel Pablo, sin minutos en la Liga, se aferra a la Copa para salir de su calvario
Tiró a romper, sin pensárselo mucho, a unos 25 metros de la portería. El balón había caído del aire y la volea de Manuel Pablo entró como un cohete por la escuadra. En su cara se dibujó una mueca de incredulidad. Levantó la cabeza, miró al cielo y envió un beso al infinito. Llevaba casi un año esperando aquello. Desde el día que se murió su madre, había prometido dedicarle un gol. Pero su pierna derecha, fracturada por la tibia y el peroné, demoró el cumplimiento casi doce meses. Al final, Manuel Pablo pudo entregar al aire la dedicatoria de uno de los mejores goles de su carrera, un tanto que permitió al Deportivo alcanzar las semifinales de la Copa y que tal vez anuncie la conclusión del año más negro en la vida del lateral.
Mucho sufrimiento quedó enterrado en esa volea que la pasada semana rescató al Depor en el momento más oportuno, cuando el Murcia le ganaba por 3-2 y buscaba un nuevo gol que habría dejado fuera al actual campeón. Quizá el remate no habría sido posible sin tanta rabia acumulada, sin el recuerdo de la dolorosa pérdida familiar, de las largas semanas de yeso y muletas, de los 17 meses sin jugar un partido importante. Pero Manuel Pablo quería saldar la deuda pendiente y demostrar a su entrenador, Javier Irureta, que la grave lesión que sufrió en septiembre de 2001 no le ha incapacitado para seguir jugando.
Salvo sorpresas de última hora, Manuel Pablo volverá a ser titular esta noche en Riazor, en la ida de la primera semifinal de la Copa, entre el Depor y el Mallorca. Sin su concurso, el cuadro de Irureta tal vez no habría llegado tan lejos: además del gol que marcó en Murcia, ya había dado el pase para el único tanto del Depor en los minutos finales del duelo de ida. Ante la falta de oportunidades en la Liga, en la que apenas ha jugado, Manuel Pablo se aferra a la Copa para poner fin a un ciclo desgraciado que segó la carrera de uno de los mejores laterales.
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