Orgullo y prejuicio
La trayectoria de Van Gaal al frente de los azulgrana nunca ha sido reconocida pese a sus títulos
Según amigos de Louis van Gaal, su mujer, Truus, nunca le perdonó la decisión de renunciar a los 800 millones de pesetas que le hubieran correspondido si en vez de dimitir como entrenador del Barça al final de su primera etapa en el club hubiera esperado a que le despidieran. Fue un problema de orgullo. El mismo problema que le llevó a tomar la decisión, contra los consejos de la gente que le quiere, de volver al Barcelona por segunda vez. Los 4,8 millones de euros que cobrará ahora por seis meses de trabajo, con el valor agregado que su mujer no le podrá regañar nunca más sobre el tema, le servirán de consuelo. Aunque, como dice la gente que lo conoce, si el destino le hubiese ofrecido la posibilidad de quedarse en el club y ganar la Liga de Campeones, habría trabajado el resto de la temporada -y la que viene- gratis.
De su segunda etapa en el club la historia dirá más o menos lo que se dice ahora: que fue un bochorno del que la imagen del holandés difícilmente se recuperará. Su primera etapa, en cambio, será recordada de manera diferente a cómo se juzgó en su día. La historia reconocerá que aquellos tres años en los que ejerció Van Gaal de técnico estuvieron entre los más exitosos del Barça.
Una declaración que a mucha gente le sonará a disparate. Tal es la intensidad del prejuicio que ha generado Van Gaal en la opinión pública que la gente prefiere cerrar los ojos antes de admitir que el holandés no es necesariamente un cretino. Porque los hechos demuestran que en tres temporadas -tres temporadas en las que la Liga española se convirtió en la mejor del mundo- el Barça de Van Gaal ganó dos campeonatos. Y cuando le echaron, tras soportar pañolada tras pañolada durante 33 de los 36 meses que estuvo en el club, fue por haber quedado subcampeón de España y haber caído en semifinales de la Liga de Campeones.
Por supuesto que existen factores subjetivos de peso. Pero aún reconociendo que el proceso mental del aficionado se rige por leyes que en el trabajo o en el colegio serían consideradas aberrantes, la incapacidad de la gente de atribuirle a Van Gaal el mínimo mérito por su trayectoria inicial en el Barça no deja de ser extraordinario. El aficionado de cualquier otro equipo del mundo percibiría como incomprensible pedir a gritos que se fuera un técnico que completara tres temporadas como las de Van Gaal en el Camp Nou (1997 a 2000).
Si se aplicasen los mismos criterios al Madrid, si se midiese a Vicente del Bosque con la misma vara que se utilizó para medir en su primera etapa a Van Gaal, hoy se estaría pidiendo la destitución del salamantino, que sólo ha recibido ahora una reprimenda por la goleada de Mallorca. Distanciado de la Real, cerca de la eliminación en Europa, eliminado de la Copa y gozando de uno de los dos o tres mejores equipos de todos los tiempos... Si el equipo fuese el Barça y el entrenador Van Gaal se estaría preparando una revolución armada.
Cuando un equipo rinde por debajo de la suma de sus partes lo habitual es cuestionar las habilidades del entrenador. Pero eso, en el caso de Del Bosque, no se hace o se hace poco. Cuando el Madrid pierde o juega mal, la culpa la tienen los jugadores: Ronaldo, por estar gordo, o Hierro por ser demasiado viejo, o los suplentes por vagos. En cambio cada vez que el Barça perdía esta temporada las crónicas han dirigido sus críticas a Van Gaal.
Las primeras críticas, como la primera pañolada, las sufrió en octubre de 1997 a tres meses de su llegada. ¿La razón? Que sustituyó a Iván de la Peña. La inspiración de Lo Pelat no cabía en la libreta del cabeza cuadrada del holandés. Cinco años después se sigue oyendo lo mismo. ¿No ponía a Riquelme? Pues otra prueba de que no tiene ni idea. Mientras tanto se olvida que el seleccionador argentino Marcelo Bielsa ni siquiera incluyó a Riquelme en la lista de 22 del Mundial. Fue el propio Bielsa el que salió a defender la reputación de Van Gaal tras su destitución. Lamentó el argentino "el trato irrespestuoso" que estaba recibiendo el holandés y "la falta de memoria de la gente del fútbol". "Parece que entre los entrenadores solamente es bueno aquel que triunfa siempre", comentó Bielsa. "Y entonces el que no acierta una vez, es un inútil. Consecuentemente, los técnicos somos todos inútiles".
Siguiendo esa misma lógica, Johan Cruyff, también fue un entrenador inútil. En Barcelona la gente prefiere recordarle por la final de Wembley. Pero si se le mirase por la óptica selectiva aplicada a Van Gaal se le recordaría por sus últimos dos años en el club y la humillación sufrida ante el Milan de Capello en 1994, el mismo al que el Ajax de Van Gaal ganó al año siguiente.
Cuando Cruyff fue destituido, Van Gaal le defendió: "Un entrenador con el carisma y la personalidad de Cruyff y con los resultados que ha obtenido no se merece que le echen así. Se debería respetar más a una persona que te ha hecho campeón de Europa y cuatro veces campeón de Liga".
A pesar del desastre de esta temporada, la trayectoria de Van Gaal merecen un mayor respeto. Y, sin embargo, Van Gaal sólo se ha sentido correspondido por los empleados anónimos del club.
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