"Toda escritura es provisional"

Andrés Rivera es hombre de pocas palabras y opiniones contundentes, como su propia obra. Lector de Thomas Bernhard y de novelas policiacas -"las buenas dan el perfil de una sociedad"-, tiene sus dudas sobre la literatura latinoamericana más célebre: "He leído todo de García Márquez y ahora me digo que no hay que esforzarse. ¿A quién voy a leer? ¿A Vargas Llosa?". "Escribo: un tumor me pudre la lengua". Así comienza La revolución es un sueño eterno, una novela protagonizada por Juan José Castelli, un revolucionario de 1810. Rivera obtuvo con esa novela el premio Nacional argentino en 1992. Cuatro años más tarde publicó El farmer, que da voz a un personaje en sus antípodas pero contemporáneo de Castelli: el dictador Juan Manuel Rosas. Pese a todo, aborrece el término de novela histórica: "¿Madame Bovary es una novela histórica porque hable de una Francia que no existe más?", se pregunta por teléfono desde la ciudad argentina de Córdoba.

PREGUNTA. ¿Castelli y Rosas son la cara y la cruz de la moneda de la historia?

RESPUESTA. Yo, que soy ateo, le diré que Castelli representa el Bien y Rosas, el Mal, con mayúsculas.

P. Curiosamente, el Mal escribe en primera persona.

R. Cierto. Por Castelli tengo simpatía humana e ideológica, cosa que no tengo por Rosas. En tercera persona corría el riesgo de escribir un panfleto, no una novela.

P. ¿En la Argentina contemporánea ha habido más Rosas o más Castellis?

R. Numerosos intelectuales lo emularon. Erraron el camino y figuran entre los 30.000 desaparecidos de la dictadura.

P. Los Rosas también han abundado.

R. Sí, los Rosas en pequeño y los Rosas con pretensiones de poseer los controles del Estado. Todavía hoy están al acecho. La Argentina actual propicia la aparición de un hombre de mano dura. Es lo que algunos piden a voz en cuello: desde los chóferes de taxi hasta los politólogos.

P. Todavía hoy "todo es irreal menos la revolución", como dice la cita que abre su novela, o se ha vuelto lo más irreal.

R. La palabra revolución se ha convertido hoy, sólo por hoy, en un anacronismo. Los jóvenes son indiferentes a la política.

P. ¿La literatura puede hacer algo?

R. ¿Cuándo pudo hacer algo?

P. En sus novelas hay mucha reflexión sobre el poder de la escritura.

R. Usted puede escribir el mensaje más penetrante del mundo, pero si su escritura es renga, no llega. En este país hay que aprender a escribir siempre. Toda escritura es provisional. Recordemos que aquí hubo alguien que se llamó Jorge Luis Borges.

P. ¿Para bien o para mal?

R. Para bien si pensamos en el valor de la escritura. Aquella bastardeada distinción entre forma y fondo hay que eliminarla. Usted puede diferir con Marx y Engels hasta el infinito, pero eran escritores brillantísimos. Lo mismo ocurre con la Biblia.

P. ¿A qué su estilo, tan seco?

R. Aquello que se puede decir en dos líneas no hay que decirlo en diez. Rosas y Castelli dicen lo necesario. No engordan el texto, no le añaden esa grasa que es la retórica.