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Crónica:La 37ª Super Bowl: Raiders de Oakland-Buccaneers de Tampa Bay | FÚTBOL AMERICANO
Crónica
Texto informativo con interpretación

El desafío de un cuarentón

Jerry Rice se enfrenta hoy a su propia leyenda en el mayor espectáculo deportivo de EE UU

Javier Casqueiro

El fenómeno de Jerry Rice amenaza con no detenerse. Ni mira el calendario ni teme la presión. Rice, quizá el mejor jugador de fútbol americano de todos los tiempos, sigue en activo y en gran forma a sus 40 años y hoy (0.15 de la madrugada del lunes, hora peninsular española; Canal +) se enfrentará de nuevo en San Diego (California) a su propia leyenda en la 37ª edición de la Super Bowl, la gran final de su deporte. El pronóstico es incierto. Los Raiders de Oakland, liderados por Rice con sus infatigables carreras, son más veteranos y explosivos en el ataque. Los Buccaneers de Tampa Bay disponen de la mejor defensa. Sí es seguro que Estados Unidos se paralizará ante los televisores.

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Rice es un cuarentón desde octubre. La suya es ya una edad casi imposible para perpetuarse en cualquier deporte de alta competición y difícilmente imaginable en el exigente, duro y estresante nivel profesional de la Liga Americana de Fútbol (NFL). Él lleva 18 años sobre ese escenario y tiene en su poder tres títulos absolutos con su anterior conjunto, el San Francisco 49ers, al otro lado de la bahía. Asimismo, atesora una decena de récords individuales en la historia de la NFL. Su reto es llevar ahora a los Raiders, su escuadra desde hace dos temporadas, a los laureles que tiene olvidados desde 1984, cuando ganó su último campeonato. Sí eso ocurre, no se plantea retirarse.

La edad de Rice, junto a la veteranía de alguno de sus compañeros en los Raiders, ha sido objeto de análisis recurrente en la semana de la Super Bowl, que forma parte también de un variopinto espectáculo que concita más interés y expectación en el país que los mismísimos Juegos Olímpicos. Desde luego, Rice, al que se califica de héroe, ídolo o fenómeno más importante, no piensa aún en el adiós. "Si mi cuerpo se mantiene bien, continuaré jugando", avisa.

Su cuerpo, su espectacular condición física, que mima con un maniático programa particular y añadido de entrenamientos, no da señales de alarma. Sus compañeros continúan pasmados ante su capacidad extraterrestre. Su entrenador, Bill Callahan, le adula: "Yo nunca había visto o veré algo así. Es como el conejito de Duracell: el tipo no para". Algunos le han definido como el Forrest Gump de la NFL por su inagotable combustible. Y el dueño del club le ha ofrecido casi 6,5 millones de euros por ampliar por un año más su contrato actual.

La escalada de piropos no tiene fin. Pero Rice, idolatrado también por su elegante comportamiento fuera de la cancha, no asume bien tanta alabanza y amenaza con salir corriendo. Es lo que hacía de pequeño en la escuela del pueblo de Mississippi en el que se crió, educó y empezó a trabajar como albañil para ayudar a su padre a cargar ladrillos.

"Siempre pensé que estaba destinado para algo. Nací con un don especial que he desarrollado y refinado con los años. En mi mente, yo sé que puedo siempre mejorar y cada día que pasa intento hacer algo para alcanzar mis metas de ser el mejor padre, marido, amigo y, sí..., jugador de fútbol".

El único debate sobre la calidad de Rice como jugador, y especialmente como recibidor del balón, su posición, está entre si es el mejor jugador en general de siempre o el más dominante. Sus estadísticas son inigualables y se le equipara como icono a Wayne Gretzky en el hockey sobre hielo, a Tiger Woods en el golf o al mismísimo Michael Jordan en el baloncesto. Además de los tres anillos de campeón, que conquistó con 26, 27 y 32 años, ostenta récords como sus 1.456 capturas para 19.677 metros y 192 ensayos. Esta temporada ha devuelto a los Raiders a la cima y para desmentir cualquier decadencia ha atrapado, con sus dedos ya tan deformados, 175 pases.

"La edad es sólo un número. Yo no estoy simplemente en la cima por que tenga 40 años". Rice admite que lo normal en los demás jugadores es perder velocidad a partir de los 30. Pero él se machaca cada día como si tuviera 23 y, además, explota su experiencia.

Jerry Rice es paseado a hombros por sus compañeros tras su último partido con el San Francisco, en 2000.
Jerry Rice es paseado a hombros por sus compañeros tras su último partido con el San Francisco, en 2000.AP

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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