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Reportaje:SITUACIÓN MEDIOAMBIENTAL DE LA BAHÍA DE ALGECIRAS

Calimero pirata

Relato del abordaje y detención de 14 periodistas y seis miembros de Greenpeace por la policía gibraltareña

El abordaje y detención de 14 periodistas y seis activistas de Greenpeace en aguas de la bahía de Algeciras el pasado lunes fue finalmente una muestra de impotencia de las autoridades de Gibraltar. Como la pataleta del niño al que reprenden por no tener en orden sus cosas y que, sin argumento, intenta confundir con el pataleo. Gibraltar prefirió que la protesta de los ecologistas se convirtiera en una cuestión diplomática de origen centenario con tal de quitarle notoriedad al peligroso negocio de los buques gasolinera como el Vemamagna, anclado en su puerto.

Richard Pearson, el piloto de una de las dos lanchas de Greenpeace, parecía barruntarse lo que después sucedió. "Nunca se sabe. Acciones que parece que van a ser muy sencillas se complican y al revés", respondió a un periodista que buscaba un augurio tranquilizador. Faltaban poco más de diez minutos para las nueve de la mañana. Hora y media después, sentado en un calabozo, aseguraba que jamás en los diez años que llevaba con Greenpeace había visto una acción tan hostil y peligrosa como la de la policía gibraltareña.

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La protesta de Greenpeace contra el buque monocasco que ejerce de gasolinera de fuel pesado frente a Gibraltar empezó en el puerto de Cádiz la noche del domingo. Los representantes de la asociación en España recibieron a los periodistas hacia las ocho de la tarde. La prensa es una munición muy importante en las guerrillas contra determinados flancos del llamado sistema. Los trabajadorres de Antena 3, Tele 5, TVE, la agencia estadounidense AP, Canal Sur, El Mundo y EL PAÍS recibieron masticadísimas explicaciones sobre dónde fumar y dónde no y sobre los numerosos y especializados cubos de basura. La evidencia de profesionalidad convertía a la tripulación del MV Esperanza en algo valioso de conocer.

El MV Esperanza se paró, sobre las siete de la mañana del lunes, en la bahía de Algeciras. Inmediatamente y, mucho más cerca de Algeciras que del Peñón, dos lanchas de la Policía Real rodearon al barco bombero ruso reconvertido a cabeza de flota de Greenpeace.

Sobre las 8.45, las dos lanchas semirrígidas se posaron sobre el agua; una con seis periodistas y dos activistas a bordo y la otra con los tres escaladores, el sueco Pele, jefe de operaciones del barco y el resto de periodistas. Las lanchas enfilaron proa hacia el Vemamagna. Una patrullera de la policía, al menos cuatro lanchas rápidas de doble motor e incluso vergonzosamente el buque de Salvamento Marítimo iniciaron el abordaje. Algo que va contra las más elementales normas de comportamiento en el mar. Especialmente, si el que lo hace representa a la autoridad. Días después, Pele lo calificaba: "Simplemente eso no se hace. Los comandos franceses nos han tratado mejor cuando nos hemos colado en sus instalaciones".

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La agresividad de los policías de la colonia no iba acorde con su organización. Así, se comieron el trapo de las provocaciones de una de las lanchas y dejaron que la que llevaba a bordo a los escaladores llegara hasta el Vemamagna, coronando la misión. Esta lancha regresó al MV Esperanza, donde se quedaron numerosos carretes y cintas de vídeo de los periodistas. Se hicieron a la mar de nuevo y acabaron arrestados. La veintena de personas de la expedición integró también el mayor contingente de detenidos registrado en la comisaría de New Mole House.

Se despojó a los detenidos de relojes, anillos, cigarrillos mecheros, y cordones de zapatos. De algunos incluso se quedaron con los pantalones bajo la excusa de que estaban húmedos. El atuendo sustitutorio era un mono de papel blanco con capucha. Los detenidos fueron trasladados en grupos tan numerosos como permitían las celdas. Sobre las 17.00, una hora poco británica para almorzar, los carceleros entregaron una ración de medio pollo con patatas por cabeza. No había más remedio que comerla con las manos - El "riesgo de autolesión" de los detenidos impedía a la policía dar cubiertos.

Un rato para fumar, muchos encuentros amables con los carceleros -"Si yo te entiendo chavea, pero the law is the law"- y reuniones con abogados (otro ingreso para la colonia) que aconsejaban un peliculesco No Comment como única respuesta a una comparencia que nunca sucedió y en la que se vertirían las acusaciones de obstrucción de la Justicia para todos, navegación imprudente para los activistas e insultos y agresión para dos periodistas. Los ecologistas y los citados periodistas comparecieron ante el juez en la mañana del martes. Los demás quedaron libres sin cargos. Pero el lunes, a la salida de los calabozos, los que estuvieron durante entre 10 y 14 horas recibieron una lluvia de insultos de un sector de la población gibraltareña. Se sienten víctimas de una persecución, lo que les autoriza a casi todo. Como el Tenorio o, también, como el pollito Calimero.

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