Palma
La catedral
Palma de Mallorca es luz y gestos de piedras. La ciudad abrazó el mar entre muros y alzó uno de los manifiestos góticos de mayor interés del litoral mediterráneo. Un paseo por la vida y la belleza exige ver la catedral de Palma, una escultura de aire sobre la bahía, y observar allí los fosos de obra contemporánea de Elías Torres, en Ses Voltes, y el parque del Mar de Pere Nicolau.
La Lonja
En la cercana parte baja de Palma domina la columnata de la Lonja, junto al barrio de bares y restaurantes. En horas, entre ecos añejos e internacionalismo, se pueden vaciar los bolsillos y la mirada en tiendas de calzado y ropa, librerías, cafés y bares bulliciosos. En cualquier momento se puede subir al castillo de Bellver, circular y carcelero, para contemplar la ciudad yacente, entre oriente y occidente.
El café
Los nativos aman el café fuerte, tomado rápido, en la barra del bar. También se cuidan los bocatas y tapas con contenido. Dos de los puntos de encuentro y grandes zocos multinacionales sin horario de Palma están en el Bar Bosch y en el Cafè del Solleric (plaza de Juan Carlos I). Tapear y charlar en el casco viejo tiene su hueco en el Bar España (Vicens Mut), y para tomar chocolate con ensaimada, el clásico Can Joan de S'Aigo (Sans). Las comidas interesantes de novedad se hallan en el restaurante Singular (Montenegro) y en Es Romaní (avenida del Conde Sallent). Las copas nocturnas, en todo el paseo Marítimo y en la zona de Santa Catalina. Para leer, el poemario sobre Palma de J. C. LLop Quartet (62 / Empúries).
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