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Columna
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Raúl y la ecología

Santiago Segurola

Vicente del Bosque se enfrentó el domingo a las consecuencias de dos decisiones de riesgo político en el vestuario del Madrid. Sustancialmente, se ventiló la elección entre las necesidades concretas del equipo y las decisiones que afectan al buen orden de la plantilla. La expulsión de Helguera en el arranque del encuentro con el Atlético obligó al técnico a mover ficha. Era obligatorio cubrir el puesto del central y lo más lógico pasaba por utilizar a Pavón en vez de un delantero. ¿De quién? Si la expulsión se hubiera producido en los primeros minutos del segundo tiempo, habría parecido natural la sustitución de Ronaldo. Al fin y al cabo, el delantero brasileño no suele terminar los partidos, en algunos casos por razones tácticas y en otros por medidas preventivas. Su rodilla es un tesoro. Pero otra cosa es cambiar al balón de oro, al futbolista más popular del planeta, en el minuto 10. Habría sido un golpe devastador para su ego y para su estabilidad en un equipo con equilibrios muy delicados.

Lo que sucedió fue una demostración del mecanismo mental de Del Bosque, que de alguna manera tomó un riesgo imprevisto para un hombre que ha hecho bandera de la sensatez. No retiró a Ronaldo, desestimó el ingreso de Pavón, retrasó a Makelele (1,69 metros) al centro de la defensa y vació el medio campo. Sin embargo, el riesgo de su decisión era infinitamente menor que las consecuencias futuras del cambio de Ronaldo. El partido podía peligrar, pero la ecología del vestuario estaba asegurada.

Esta posición se hizo todavía más gráfica con el cambio de Pavón por Ronaldo en el segundo tiempo. El Madrid necesitaba consistencia defensiva para controlar la ventaja. Tres jugadores podían dejar el terreno, tres delanteros: Ronaldo, Raúl y Figo. De entre ellos, Figo era el héroe de la noche y Ronaldo estaba ante el partido perfecto para explotar su velocidad. Quedaba Raúl, desafortunado y herido por sus errores ante la portería. En circunstancias normales, era el jugador a sustituir. Pero Raúl no ha construido su formidable carrera en el Madrid para sentirse reprochado por un mal partido. Ese cambio habría sido una desconsideración escandalosa al jugador que más veces ha rescatado al Madrid del barro. A esas alturas del partido, Ronaldo bien podía soportar un berrinche, aunque su presencia parecía más vital que la de Raúl para ganar ese partido. Para mantener la confianza en el entrenador y la armonía en la plantilla, Raúl era más necesario que nadie.

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