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"Será tarea nuestra echar la máquina a andar cuando salgamos de la universidad"

Dentro de la serie "Un día en la universidad", Mercedes nos cuenta cómo es el día a día de un estudiante de Comunicación de la Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela

El día comienza como todos, muy habitual y apegado a cierta rutina que para el habitante de un país normal no sería tal. Enciendo el televisor y todo anda bien en la calle, alguno que otro radical de oficialismo u oposición busca protagonismo en cámaras y ahí es cuando comienza el problema. Los cambios de clima político nos hicieron poner en marcha un grupo de e-mail para ponernos de acuerdo para ir o no a clase, de manera que según transcurre el día (más o menos a mediodía) comienza una guerra de correos que concluye en que cada cual va a la universidad según su propia responsabilidad.

En realidad mis clases son por la noche, pero debo llegar temprano porque soy preparadora de radio para un semestre anterior al mío en Comunicación Social. Allí debo orientar a los otros estudiantes en las grabaciones en el estudio. Las preparadurías forman parte de la ayuda económica que ofrece la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), pero para poder aprovecharla, se debe competir en méritos académicos con otros compañeros de curso. Es la primera vez que opto por una y, la verdad, que ha sido bastante placentero darme cuenta de que sé cosas con las cuales puedo ayudar a los demás.

Ayudas económicas no es lo que sobra en estos tiempos, sobre todo acá en Venezuela donde la crisis ha logrado empobrecer a más de uno, y cada vez son menos las Fundaciones que preparan capital humano, contando además con la posibilidad que manejan muchos estudiantes de irse del país luego de terminar sus estudios.

Sin embargo, para que fuera tomando responsabilidades en la vida, mis papás me motivaron a que presentara el examen para tomar un crédito educativo. Acá ese programa lo maneja una Fundación del Estado llamada Gran Mariscal de Ayacucho, con el dinero del préstamo se logra cubrir la matrícula de la universidad y te dan algo de dinero para manutención mensual. Ya me han dado casi los cinco años completos de crédito, eso lo debo pagar en cuotas mensuales durante 15 años.

En fin, después de ver si las condiciones son aptas para ir a la universidad, arreglo mis cosas y voy directa al vehículo: hace cuatro años que me dejan usarlo, y siempre me ha llevado y traído, pero últimamente enciende sólo cuando quiere. Esta vez lo hizo. Menos mal, porque salir en Metro en las horas pico resulta una tarea difícil, la gente camina por ti y el calor es insoportable.

De cualquier modo, andar en tu propio vehículo no resulta muy distinto, vas más cómodo claro, pero puedes terminar contagiándote de la histeria colectiva que produce el tráfico y comenzar a tocar la corneta sin que puedas solucionar nada. Si llevas buena música parte del trabajo está hecho, si no, debes prepararte a lidiar con el tráfico.

Después de la travesía en la autopista llegar a la universidad es reconfortante, en ella encuentras muy buen ambiente, el clima es bastante fresco y tenemos bastantes áreas verdes, sin embargo, estar dentro de ella es un poco raro. A pesar de ser una universidad privada, donde estudia gente de las clases media y alta de Caracas, se encuentra rodeada de vecindarios pobres. Muchos de los estudiantes se mantienen al margen, cosa que es factible puesto que el lugar es tranquilo, pero sólo basta voltear la mirada para darse cuenta de que el mundo no está entre esas cuatro esquinas, que afuera hay gente que no puede estar en nuestros lugares. Sin embargo todo adentro continúa, generalmente indiferente.

Las grabaciones de hoy en el estudio de radio estuvieron como siempre, los chicos hicieron el trabajo sin novedad, adaptaron a lenguaje radiofónico un fragmento del último libro de Gabriel García Márquez. Para ser sincera escuchar ese texto tantas veces me dio fastidio, pero como ellos lo hacían de grupo en grupo seguramente lo disfrutaron.

Hoy la calma permitió que hubiera clases cercana la noche, sin embargo la universidad se sentía vacía, a muchos les da miedo ir a esas horas, sobre todo por el sitio donde está ubicada. Se dice que los sectores más populares son los que apoyan al Presidente y nosotros estamos rodeados de ellos. No es fácil estar allí y pensar que no nos pasará nada si en algún momento estalla la chispa que muchos desean encender y que otros aspiran que sea encendida.

Como no todo es estrés en esta ciudad, esta noche hay fiesta de drum and bass, la están montando los organizadores de Viart, un concurso de video universitario que se hace todos los años dentro de la UCAB y en el que concursan trabajos de todas la universidades venezolanas y de algunas de Colombia, México y Argentina.

Para la fiesta se espera a un Dj invitado de San Francisco, Juju, uno de los más respetados en la escena norteamericana y ya ha pasado a formar parte de la movida venezolana, porque en menos de un año la gente de Simpl3 Crew, quienes hace poco tocaron en el Sonar en Barcelona, España, han logrado traerlo al menos 3 veces.

En la fiesta se proyectarán los videos que han ganado en ediciones pasadas del concurso, unos buenos otros malos, es cuestión de gustos y estilos. Este año debería participar, es mi último chance de probar suerte antes de dejar de ser estudiante. Seguramente a comienzos de enero me reúna con algunos amigos y salga algo divertido para concursar.

Las clases siguieron su curso normal, esta noche es de régimen jurídico de la comunicación, una materia difícil de entender en nuestros complicados días de cambio, aún más cuando el profesor te dice que la mayoría de las cosas que se dan en clase sólo se pueden aplicar cuando vuelva la calma al país y se retome el respeto a las instituciones.

Clases como ésta a veces deprimen porque sientes que este país está tomando un rumbo perdido donde hay muchas verdades y ningún árbitro capaz de mediar. Supongo que será tarea nuestra echar la máquina a andar cuando salgamos de la universidad.

Así culmina el día. Tomo mis cosas y nuevamente me monto en el auto, directo a bañarme para ir a la fiesta, allá estarán mis amigos y mi novio, quien también estudia Comunicación Social conmigo y, a pesar de lo que dicen, no ha sido tortuoso lidiar con nuestra relación.

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