El Alavés, huérfano sin Ilie

El balón se va siempre con quien mejor lo cuida. Por eso tiene una querencia especial a aliarse con Ilie. El Alavés está perdido sin él. Si se necesitaba algún tipo de pruebas para corroborarlo, ayer lo pudo ver Osasuna. Cuando el rumano estuvo en el campo, el equipo navarro se sintió inseguro, consciente de que es capaz de cualquier cosa con el balón en los pies. Antes del descanso, un excelente centro de Edu Alonso, rematado por Jordi con corrección y despejado por Sanzol oportunamente, terminó a los pies de Ilie. El balón acabó donde su dueño quiso: en la red de la meta rival.

Pero Ilie no es perfecto. Tiene unos músculos frágiles, que le dan problemas. En un disparo que probó en la reanudación sintió un pinchazo y se tuvo que ir al vestuario. El Alavés quedó huérfano y sin brújula. Se refugió en lo que tan bien hacía antaño: la presión. La efectuó con exquisitez. Osasuna, un equipo decoroso fuera de El Sadar, amable con la pelota, se encontró con un muro en el centro del campo y debió recurrir a lo fácil, a los saques de esquina y las faltas, incluso a las que sacaba desde las proximidades de su propia área. En una de ésas, sacada por el portero, Aloisi colocó la cabeza y empató el partido. Apenas quedaba tiempo.

El Alavés se quedó tan perplejo que poco le faltó para salir derrotado si Iván Rosado hubiera acertado en un fácil remate ante Dutruel. Pero Iván Rosado no es Ilie.