El clima
Cada cosa en su sitio, que ya tenemos demasiado desorden intelectual. En las últimas semanas estamos aprovechando el clima para responsabilizar al Gobierno de su utilización propagandística y tampoco es eso. El Gobierno es responsable de muchas cosas, que para eso está, pero acusarle de exagerar el frío o de no acertar en la cantidad de nieve para ocultar sus fracasos y torpezas, me parece un síntoma político preocupante. ¿De verdad nos faltan temas donde apretar la crítica que tenemos que recurrir a las condiciones atmosféricas?
Todos sabemos que la sección del tiempo es de las más atractivas en telediarios y noticias radiofónicas. También es cierto que los presentadores de la lluvia y los calores están entre los más populares de la audiencia. Pero caramba, de ahí no se deduce que el tema tenga una carga política oculta. Parece que todo lo que tiene mucho público es un arma estratégica contra el adversario y hay que reconocer que eso despista mucho. Estamos en período electoral, es cierto, que es algo así como una especie de climaterio político, pero no es bueno confundir los términos y las ideas del personal.
Y, sin embargo, no es nada nuevo el intento de relacionar el clima con los temas sociales y políticos. Por ejemplo, algunos psicólogos complacientes con el poder político intentaron relacionar las explosiones de disturbios raciales en Estados Unidos con la oleada de calor que padecían los discriminados. Cuando aumenta la abstención en Galicia, se recurre a que ese día llovía mucho para los gallegos, uno de los peores chistes que se han escrito en este país. Si ocurre lo mismo en Valencia, resulta que ese domingo hacía calor y la gente se fue a las playas. Parece que la parte vegetal que todos llevamos dentro se obsesiona con el clima y pensamos que condiciona buena parte de nuestro comportamiento político.
El frío es solo frío, gobiernen conservadores, progresistas o decadentes, que también los hay. Es verdad que tenemos cierto derecho a explicar la conducta de los gobiernos por la temperatura ambiente, porque durante mucho tiempo los intelectuales del clima pretendieron exactamente todo lo contrario, que los pueblos y los ciudadanos eran productivos o una partida de vagos según las inclemencias climatológicas del país en que vivían. Cuanto más duro y gélido el ambiente, decían, mayor esfuerzo y desarrollo de sus habitantes, mientras que los países cálidos y fértiles sólo producen latinos haraganes y vividores. Bueno, pues ahora nos toca a nosotros utilizar el clima contra la política y sus intentos de despistar al personal, pero hay que reconocer que tampoco es cierto.
Estos días fueron muy fríos, tuvimos bastante nieve y el Gobierno hizo bien en tocar las alarmas por lo que pudiera pasar, aunque pasó algo menos de lo que se esperaba. Quiero decirlo muy alto, Aznar no tuvo la culpa del clima, ni Rajoy, ni Rato, nada que ver tampoco con la triste sonrisa de Camps y de Zaplana, hay rumores, pero tampoco me los creo.
Quiero que mi opinión quede clara, para que vean que se apoya al Gobierno cuando es de justicia. Y así, con este testimonio, estar justificado para incordiar todo lo necesario en las próximas diez o doce semanas, que vienen tiempos calientes y no es momento de vaguear.
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