El Maestro

Alfredo Vicenti era distinguido entre los periodistas españoles del cruce de los siglos XIX y XX con el epíteto de El Maestro y a su entierro asistieron ministros, embajadores y una rendida tropa de escritores que encabezó su amigo Galdós. Vicenti fue un personaje imprescindible de la vida cultural y política del Madrid de aquellos años. Pero con la misma facilidad con la que subió cayó después en un vertiginoso olvido.

El Maestro nació y fue líder revolucionario en Santiago, donde se graduó en Medicina y Filosofía y Letras y de donde, excomulgado, se exilió en 1879 para consagrarse en Madrid como periodista. Fue republicano federal, regeneracionista, anticlerical, anglófilo, apoyó el "socialismo y libertad" que empezaba a predicar Pablo Iglesias y se instaló en lo que Durán llama un "galleguismo estratégico", de constante promoción de Galicia y de sus valores literarios y políticos. También fue poeta celebrado, aunque persiguió el rastro de su único poemario, Recuerdos, para destruir todos los ejemplares e "hizo más poetas que poemas" por su inspiración e influencia. Fue, sobre todo, un periodista insigne. "Concretar y sintetizar es mi tarea. No sé hablar como hablan los oradores, y aunque supiera no hablaría. Conozco harto bien, por mi desgracia, la elocuencia de las Cortes, de los banquetes y de los mítines, y de puro conocerla he concluido por odiarla", escribió en 1904. Aún sería diputado a Cortes en 1914.

Alfredo Vicenti, constata

Durán, brilló con luz y autoridad propias en la órbita más próxima de Emilio Castelar, con quien acabó reñido; en los fondos (artículos sin firma, análogos de los actuales editoriales) y en la infinidad de notas anónimas que escribió en un estilo que todo el mundo identificaba como suyo. Brilló como crítico, reportero, autor de folletones, como tertuliano del Club Bilis, como director de orquesta: la orquesta Vicenti, que decían, formada por los equipos de redactores, cronistas y revisteros que dirigió en El Globo y El Liberal y cuya impronta irradió a los demás periódicos.

La documentada investigación de Durán, particularmente en El Maestro del periodismo español, no deja lugar al aburrimiento. Las facetas biográficas del personaje van surgiendo del sabroso caldo que Durán organiza con acontecimientos históricos, anécdotas, poemas y artículos firmados o dirigidos a él. La dominante componente gallega se hace explícita y unívoca en Galiciana básica, donde Durán reúne una tanda de artículos de Vicenti como retratos de época, y los folletones A orillas del Ulla y La provincia de Pontevedra. El resultado es un estupendo rescate de este personaje volteriano que, al cabo, no dejó ni para pagar su entierro: tuvo que costearlo la Asociación de la Prensa de Madrid.