Los trabajadores de Sintel regresan a la Castellana
'El efecto Iguazú' narra la lucha de los despedidos por Telefónica
Pere Joan Ventura y Georgina Cisquella rodaron y escribieron El efecto Iguazú en los ratos libres que les deja su trabajo como realizador y reportera de televisión. Durante cuatro meses convivieron en el llamado Campamento de la Esperanza junto a los trabajadores de Sintel, les observaron de cerca, conocieron sus días malos, los buenos, bebieron y comieron con ellos. Se propusieron entrar con la cámara en las tripas de una noticia, conocer la historia de unos hombres cuya sólida formación sindical les empujó a luchar sin cuartel por sus derechos como trabajadores. Lo lograron, y el próximo día 24 se estrena su película, premiada en el Festival de Valladolid y que ayer, en su presentación en Madrid, despertó un entusiasmo unánime.
El efecto Iguazú acaba el 4 de agosto de 2001, el día del levantamiento del campamento tras aceptar el compromiso que establecía que una parte de los empleados se acogería a un plan de prejubilaciones y la otra sería recolocada en empresas del sector. Ni el Gobierno ni Telefónica han cumplido su palabra y cerca de 1.200 personas siguen sin empleo. "Esta película quiere ser un aviso para navegantes de lo que está pasando en muchas empresas de España", señaló ayer Georgina Cisquella. "Alguien ha hablado de película solidaria, pero yo hablaría de película solitaria", afirmó el productor Nano Montero. "Hasta la fecha ninguna televisión, pública o privada, se ha querido implicar en este proyecto. La industria nos ha dado la espalda y sólo la Academia del Cine y el Festival de Valladolid nos ha apoyado. La distribución corre a cargo de la propia productora. Pero, pese a todo, hemos logrado estrenarla al menos en tres cines, los Acteón de Madrid, el Lys de Valencia y otro de Barcelona que todavía no sabemos. Intentaremos resistir como sea". "Esta película", añadió Adolfo Jiménez, presidente del comité de empresa de Sintel y uno de los protagonistas del filme, "va más allá de lo que cuenta porque su director y su guionista han hecho una verdadera película antisistema". "Para mí el cine siempre fue una ventana a la vida y a la libertad", concluyó Pere Joan Ventura. "De alguna manera, esta película ha sido mi venganza personal a mi trabajo de cada día".
Ventura y Cisquella descubrieron qué era el efecto Iguazú en el Campamento de la Esperanza. Decidieron titular así su película, "Con una metáfora que ellos nos enseñaron". El efecto Iguazú barrió del mercado laboral a los trabajadores de Sintel, una empresa filial de Telefónica que daba beneficios y que durante 20 años se encargó de renovar las líneas telefónicas de España. Han pasado dos años desde que los trabajadores decidieron acampar en pleno paseo de la Castellana de Madrid para resistirse a la privatización salvaje y fraudulenta que les condenó, de la noche a la mañana, al paro. "Cuando estuvimos trabajando en Argentina", cuenta Adolfo Jiménez, "fuimos a las cataratas de Iguazú y las sobrevolamos en helicóptero, allí descubrimos cómo las aguas están totalmente en calma hasta que se vuelven, ya muy cerca de la garganta, terriblemente violentas... Hoy los trabajadores en las empresas, en este modelo económico de capitalismo globalizador, somos como pescadores en una barca. Los pescadores creen que el río está en calma, que no corren riesgos, hasta que se acercan a la garganta. Es entonces cuando percibes la velocidad de la corriente, de esta corriente de capitalismo especulador. Tratas entonces de dar gritos, de hacer señas para advertir a los otros pescadores que el río no está en calma, que algo habrá que hacer, que algo tienen que hacer".
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