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Columna
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La desobediencia de Manguras

No tengo el placer de conocer personalmente al ciudadano griego Apostolos Manguras, capitán del que fue petrolero Prestige, hoy hundido a 3.500 metros de profundidad en el océano Atlántico, a no se cuántas millas de la costa de Galicia; no he tenido, ni tengo, ni creo que vaya a tener nunca relación alguna de conocimiento -ni cordial ni no cordial- con el señor Apostolos. Sin embargo, he de confesar que tengo un interés extraordinario y una curiosidad que en absoluto es morbosa por dicho personaje. La razón de ello es doble: por una parte, sus propias circunstancias personales; por otra, su actual situación de privación de libertad.

La imagen del capitán Apostolos Manguras, por lo que resulta de su fugaz aparición televisiva y del contenido de su declaración judicial -cuando menos de lo que ha trascendido en la prensa-, es la propia de lo que conocemos como un lobo de mar; un hombre de 68 años, con experiencia en surcar el piélago, conocedor de los vericuetos y las peculiaridades del gobierno de su nave y con las ideas claras. Porque si algo hay que reconocerle al capitán del Prestige es determinación y coraje ante la grave adversidad que supone la apertura de una importante vía de agua en el lado de estribor de su barco, una motonave de más de 200 metros de eslora, con una mar absolutamente embravecida; determinación y coraje que se manifiesta en su insistencia en hacer valer su criterio de viejo marino y máximo conocedor de las particularidades del barco frente a las órdenes e indicaciones que recibe de las autoridades marítimas españolas, que le parecen tanto o más desarboladas que el propio océano por el que navega.

Parece ser -insisto, por lo que ha trascendido en la prensa de su declaración judicial- que las autoridades marítimas españolas habían marcado al buque un determinado rumbo noroeste, que al capitán le pareció erróneo para la seguridad de la tripulación -la poca que todavía quedaba a bordo- y la del propio buque, por lo que trazó o intentó trazar una derrota paralela a la costa. También, según parece, consideró peligroso mantener el barco con la máquina en marcha, por el efecto pernicioso de las vibraciones, por lo que paró o intentó parar motores. En definitiva, calificó de error de bulto la opción de remolcar el buque hasta alta mar, frente a la, a su juicio, más sensata de buscar abrigo en una zona resguardada con objeto de trasvasar el fuel.

El refranero es muy inteligente y cuando dice que donde hay patrón no manda marinero es por algo. El señor Manguras al parecer habla su griego materno y el inglés, que no el español, y claro, al desconocer nuestra lengua no sabe nada de su rico refranero, siendo en gran parte tal ignorancia la causante de que diera con sus huesos en la cárcel. La competencia para todo cuanto se refiere a la seguridad de la vida humana en el mar, a la seguridad de la navegación y a la lucha contra la contaminación del medio ambiente corresponde a las autoridades marítimas dependientes del Ministerio de Fomento, y como quiera que el capitán Manguras no cumplió convenientemente las indicaciones que le formularon dichas autoridades, se le imputa un delito de desobediencia.

Pero, vamos a ver, cuál es el sentido y la razón de ser del delito de desobediencia. Porque a lo mejor resulta que la conducta de nuestro capitán no iba tan desencaminada.

La conducta de desobediencia penalmente relevante, que la jurisprudencia ha identificado con la terca y tenaz porfía obstaculizadora de la acción de la autoridad o de sus órganos, hoy por hoy no tiene en absoluto por objeto el respeto del principio de autoridad; esto, afortunadamente, ha pasado ya a mejor vida. Si algún sentido tiene en estos momentos el delito de desobediencia es el de constituir una garantía para el buen funcionamiento de los servicios y funciones públicas; si se castiga la obstinación y tenacidad frente a una orden o indicación de la autoridad es con el solo objeto de evitar o prevenir que se obstaculice el funcionamiento del servicio; lógicamente, el correcto y normal funcionamiento del servicio.

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¿Y cuáles son las órdenes cuya desobediencia puede determinar una conducta punible? En principio, sólo aquellas que revistan las formalidades legales y se hallen

dentro de la competencia de quien las da. Lo cual nos sitúa ante una cuestión sin duda trascendental. ¿Qué pasa con las órdenes que proceden de quien tiene competencia para darlas y que además formalmente son correctas, pero que intrínsicamente son o nos parecen perjudiciales e inadecuadas para el bien jurídico para cuya protección se dan?

El capitán Manguras, receptor de las órdenes, no era un zascandil a los mandos de su nave; era -y suponemos que sigue siendo- un profesional con experiencia en el viejo y noble oficio de la navegación marítima; por otra parte, parece indudable que conocía mucho mejor que cualquier otra persona, y por supuesto que el ordenante, las peculiaridades, posibilidades y limitaciones de su barco, y por tanto hay que suponerle dotado de la suficiente capacidad para emitir un juicio crítico y una opinión fundada respecto de las órdenes que recibía; mal profesional habría sido si, considerándolas erróneas, no las hubiera discutido. Pero es que, además, como quiera que la realidad de los hechos es muy terca, resulta que no parece que fuera tan desencaminado cuando aconsejaba -y al parecer incluso intentaba realizar- precisamente lo contrario de aquello que se le indicaba, porque si el barco está hoy hundido en una sima abisal, partido en dos y soltando fuel es porque finalmente se hizo aquello que inicialmente se había desobedecido.

Nunca se sabrá qué hubiera ocurrido de persistir el capitán en su desobediencia, lo que sí se sabe es que la orden fue errónea, y sobre esta base lo que procede es hacer un juicio crítico sobre cuáles fueron las opiniones y opciones que se barajaron hasta adoptar la resolución que finalmente se llevó a la práctica, porque errar es humano, pero es estúpido permanecer en el error (errare humanum est, sed stultum est in errore manere).

José Luis Jori es abogado y magistrado en excedencia.

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