Un nuevo centro controla las imágenes de los túneles y las galerías de servicio
350 cámaras graban los subterráneos por si hay alguna incidencia
El ojo que todo lo ve ha llegado a los túneles y las galerías de servicio que recorren el subsuelo madrileño. Desde ayer, 350 cámaras graban todo lo que ocurre en los más de 100 kilómetros de galerías de servicio de la capital y en los túneles que tienen más de 400 metros de longitud: Pío XII, Sinesio Delgado, Ríos Rosas y Cristo Rey. Las imágenes son recibidas en un nuevo centro de control y gestión instalado en el número 24 de la calle de Guatemala (Chamartín). Los subterráneos de las calles de Costa Rica, María de Molina y Santa María de la Cabeza serán conectados a este centro cuando estén terminados.
Una vez recibidas las imágenes de los subterráneos, el sistema informático del centro de control las compara con las que se graban una milésima de segundo después. Si son diferentes, salta la alarma y la señal se envía, entre otros, a los bomberos, a la Policía Municipal y al Samur. Además, los operarios que trabajan en el centro pueden manejar a distancia las instalaciones de los túneles (ventilación, iluminación, etcétera).
En cada túnel, además de las cámaras, el Ayuntamiento de Madrid ha puesto un poste de socorro cada 75 metros, 78 ventiladores y 108 hidrantes antiincendios.Para controlar las galerías de servicio -por las que discurren las redes de alta tensión eléctrica, las del agua y los cables de las compañías de telecomunicaciones- el Ayuntamiento ha instalado, además de las cámaras de visión infrarroja, tarjetas personalizadas de entrada, postes de socorro, detectores de humos y gases tóxicos y doble sistema de detección de incendios. Además, tanto los túneles como las galerías disponen de un sistema de megafonía para que cualquier operario conecte con el centro de control en el caso de que haya alguna incidencia. Por si algún subterráneo se queda sin suministro eléctrico, el Ayuntamiento ha instalado unos generadores capaces de dar luz durante 12 horas.
El alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, visitó ayer, acompañado por varios responsables del área de Obras, una galería de servicio que tiene la entrada en la calle de Bailén y que está a unos 20 metros de profundidad. Después acudió al túnel de Sinesio Delgado y terminó la visita en el centro de control de túneles, donde no ahorró calificativos para el sistema. "Este centro, que controla tantos túneles, es pionero en el mundo", dijo.
Militares y butrones
La historia de las galerías de servicio del Ayuntamiento de Madrid está cargada de anécdotas. La más sonada la protagonizaron en diciembre de 1983 una quincena de hombres vestidos de militares, que una noche accedieron a una galería de servicio con entrada en López de Hoyos, para espanto de los vecinos, que creyeron que eran delincuentes. Los residentes avisaron al Cuerpo Nacional de Policía, que montó un dispositivo espectacular en la zona. Los agentes de policía rastrearon el lugar, hasta dar con los misteriosos visitantes, que resultaron ser miembros del Ejército de Tierra que estaban haciendo unas prácticas rutinarias.
En otros casos, los agentes de policía se han enfrentado con delincuentes especializados en el robo por el procedimiento del butrón. Éstos localizan el desagüe o la acometida de servicios de un banco o una joyería y, a partir de ahí, excavan un agujero que les dé acceso al local que pretenden desvalijar. Los vándalos también han tenido protagonismo en las galerías de servicio. "En 1990, un hombre con las facultades mentales trastornadas se dedicó a colarse los fines de semana en las galerías y a romper con un palo las tuberías de conducción", recuerda Moisés Escolá, jefe del departamento de Conservación de Vías Públicas del Ayuntamiento. "Una vez, desde una galería hizo un butrón para llegar a una peluquería, que también destrozó", añade Escolá.
Otro incidente lo protagonizó en 1992 un grupo de indigentes que dormía dentro de la galería de servicio que hay en la zona de Méndez Álvaro y que fueron descubiertos por un operario que entró para hacer una reparación. Los indigentes tenían perros dentro de la galería y habían colgado unas hamacas en las tuberías.
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