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Reportaje:EL RETORNO DE MOLINA

"Psicológicamente, ha sido muy duro"

Molina confirma que el lunes volverá a entrenarse con el Depor tras superar un tumor maligno

Considerado un paciente ejemplar por los médicos que le han tratado de un tumor maligno en un testículo, José Francisco Molina, portero internacional del Deportivo, compareció ayer ante la prensa, en Valencia, para comunicar que ha superado con éxito el tratamiento de quimioterapia al que ha sido sometido los últimos tres meses. Molina, de 32 años, también confirmó que el día 20 comenzará a entrenarse junto a sus compañeros. Su vuelta a la competición ya es otra cosa: dependerá del tiempo que tarde en ponerse a punto.

"Estoy mejor anímica que físicamente", afirmó Molina, que se presentó en el Instituto Valenciano de Oncología con el doctor Vicente Guillén, que encabeza el equipo médico que le ha tratado, y el del Deportivo, César Cobián, que apuntó que su reincorporación a los entrenamientos será "lenta y progresiva".

"Un día me puse la radio y, al momento, me dije: '¡Estoy fatal! En mi estado y con el 'Carrusel' puesto"

"Pese a que llevo tres meses sin entrenarme, no me encuentro mal físicamente. He ido al gimnasio siempre que he podido. El Depor puso un preparador físico a mi disposición para que mantuviera dentro de lo posible el tono muscular", aseguró el jugador, cuya recuperación fue adelantada el pasado viernes por su presidente, Augusto César Lendoiro.

Una batalla "dura", según Molina, sometido a un tratamiento que ha constado, entre otras pruebas, de 20 sesiones de quimioterapia, técnica basada en la administración de fármacos de gran toxicidad que se emplea a menudo para erradicar los tumores cancerígenos.

"Después de cuatro o cinco días en el hospital, sometido a sesiones de quimioterapia, te quedas hecho polvo", contó Molina, quien ha respondido satisfactoriamente al tratamiento, como explicó Guillén: "Su recuperación es perfecta. Está en condiciones de hacer una vida normal. Su respuesta no ha podido ser mejor. Ha soportado la dureza del tratamiento de forma ejemplar".

"Psicológicamente, ha sido más duro que físicamente. Para una persona activa como yo, que hacía deporte a diario, pasar cinco días encerrado en un hospital varias veces es difícil de llevar", afirmó Molina, cuya entereza y predisposición ha sido determinante para erradicar el tumor, según Guillén: "El estado de ánimo del paciente desempeña un papel fundamental, ayuda a que tolere mejor el tratamiento. Y a Molina no le ha quedado ninguna secuela. Ahora tendrá que someterse a controles periódicos que en ningún caso interrumpirán su actividad deportiva".

Por momentos, una mueca triste, reveladora del padecimiento, se dibujaba en Molina: "Psicológicamente, ha sido jodido", insistió; "mucho más que el dolor físico o cualquier otra molestia. Desconectar de la enfermedad es prácticamente imposible porque eres consciente de lo que tienes. Pero, claro, no puedes estar las 24 horas del día diciéndote: '¡Qué malito estoy, pobrecito!". "Una vez", añadió, "hablé con Penev", que superó una enfermedad similar: "Es muy majo y me animó mucho. Un número uno".

A Molina alguien le regaló el libro Mi vuelta a la vida, basado en la experiencia del ciclista estadounidense Lance Armstrong, que también tuvo un cáncer testicular antes de ganar cuatro veces seguidas el Tour de Francia: "No lo he leído. Nunca me ha entusiasmado la lectura". ¿Y el fútbol? ¿Ha estado al tanto de los resultados?, se le preguntó. "Bueno", contestó con sorna; "yo no sé nada de fútbol. Un día me puse el pinganillo en la oreja para escuchar los programas deportivos y, al momento, me dije: '¡Pero bueno, estoy fatal! En mi estado y con el Carrusel puesto'. Menos mal que lo superé".

El regreso a la competición de Molina dependerá de su puesta a punto. "Es una incógnita. Hacer planes es absurdo", apuntó Cobián; "pero tiene mucho ganado por su condición de deportista: está sano y bien alimentado".

Molina, junto al doctor Vicente Guillén, ayer, en el Instituto Valenciano de Oncología.
Molina, junto al doctor Vicente Guillén, ayer, en el Instituto Valenciano de Oncología.JESÚS CISCAR

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