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Tribuna:EL NUEVO PLAN URBANÍSTICO
Tribuna
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Un misterio llamado Tablada

Cuando ya nos creíamos tan felices, Tablada ha irrumpido de nuevo en nuestras vidas. Cuando ya soñábamos con ese maravilloso parque metropolitano, un brusco sobresalto nos ha robado la paz navideña que caía sobre la dehesa como una neblina apacible. El sábado 14 de diciembre, con perfecta escenificación, los actuales dueños del viejo aeródromo nos hicieron saber, a bombo y platillo, que tienen hasta siete proyectos contra ese sueño. Pues siete paladines de la arquitectura, en su más variado espectro (los hay hasta de izquierda, para que no se diga, y algún pope, para que se hable) han concebido inimaginables prodigios sobre tan vasta extensión. Una extensión que, por cierto, se alarga hasta las casi 700 hectáreas, desde las 356 iniciales, conquistando espacios colindantes y "resolviendo" el pertinaz problema de la inundabilidad de los terrenos con toda suerte de ingeniosas variantes: el río desdoblado, recovecos venecianos, ínsulas artificiales, además de obeliscos, campos de golf de 18 hoyos, centros comerciales de película, auditorios, ramal del AVE, nuevas y valientes pasarelas... ¿Quién echaba de menos la imaginación al poder?

¿En qué se sustenta la seguridad de las empresas de que van a multiplicar su inversión?
El candidato del PP a la alcaldía de Sevilla ya ha pedido negociaciones con Tablada Híspalis

Pero sobre esa cuestión capital, la de un terreno inundable, conviene precisar cuanto antes que es relativamente posible resolverla, nunca del todo, pero también costosísimo, y que estos promotores no dicen quién pagaría. Más importante aún: "Es básico retener la idea fundamental de que en sociedades hidráulicamente desarrolladas el problema de las inundaciones se traslada del campo de las infraestructuras al de la ordenación territorial". Lo dice el Libro Blanco del Agua, Ministerio de Medio Ambiente, 2000, pág. 477. Tendencia hoy imperante, y obligada además por una amplia normativa europea: Directiva Marco del Agua, Directiva Habitat, Red Natura 2000.

En cuanto a los atrevidos diseños, si quitas abalorios y gaitas, al final lo que te queda es una terca realidad: 20.000 viviendas y a los precios que fije el santo mercado. Cuando Polígono Aeropuerto (Sevilla Este), cuando Montequinto, cuando Alcosa, cuando Los Remedios, ya nos vendieron fantasías semejantes.

Suerte que los sevillanos tenemos una larga experiencia en esto de los grandes concursos de ideas para más grandes proyectos todavía, todos debidamente archivados. Para la Expo, se convocó otro magno certamen, del que resultó una panoplia de bellas y relucientes entelequias. Sobre el Prado de San Sebastián han recaído no sé cuántos diseños, y sobre las márgenes del río, etcétera. Detrás de todo eso suele haber algún listillo, o varios, que se creen destinados por los dioses a suplantar la voluntad de los representantes democráticos del pueblo, esos aburridos. Y como acompañantes, otros tantos malheridos de la política, deseando sacarse aquella espina dorada. Pero antes de abordar el significado semiótico de la función que nos brindaron el sábado 14 -eso sí, gratis-, conviene repasar los hechos principales que hasta aquí han acaecido sobre el suculento manjar de Tablada, y lo que queda.

De manera que en el año 1997 las dos Cajas de Ahorro de Sevilla, el Monte y San Fernando, adquieren las 356,8 hectáreas de Tablada en dos lotes, uno por subasta, y otro por adjudicación directa, en operaciones no exentas de oscuridades y litigios. Precio: 8.000 millones de pesetas, redondeando, incluidos los derechos de reversión de antiguos propietarios. Eran los tiempos de los afamados Beneroso y Benjumea, aquellos militantes del PSOE que se creyeron dueños de esas dos entidades de crédito, hasta que el PSOE les recordó quiénes eran y los mandó a sus casas. Era también la época de otra no menos singular pareja, la de Soledad Becerril y Alejandro Rojas Marcos, en el Ayuntamiento. La primera, siendo alcaldesa por el PP, se limitó a ponerle las alfombras al Ministerio de Defensa para que obtuviera un pingüe beneficio en la operación, en lugar de ejercer los derechos preferentes que correspondían a la ciudad, con lo que nos hubiéramos ahorrado un sinfín de dolores de cabeza. Eso tendremos que "agradecerle" siempre. El andalucista, como dueño y señor del urbanismo sevillano tanto tiempo ya, en perfecta sintonía con las cajas de ahorro susodichas. Lo que se manifestó elocuentemente en el convenio que firmó con Beneroso y Benjumea un 18 de febrero de 1999 para urbanizar Tablada, ante la sorpresa de propios y extraños. Casualmente, ese mismo día se firmaba otra transacción: la de una emisora de televisión, Onda Giralda, en la que actuó como compradora una empresa (Gestión Andaluza de Publicidad), controlada por el PA, y gracias a un préstamo de El Monte. Tal como suena. Entretanto, el metro cuadrado de Tablada había experimentado una extraña metamorfosis: de 100 pesetas, como rústico -que todavía es- a 1.500. Y no había hecho más que empezar la escalada de este prodigioso invento. Poco después, se conoció la verdadera intención de las dos cajas: construir una nueva ciudad en Tablada, con 20.000 viviendas "de alto standing", como se le escapó a Benjumea, el sinuoso gestor entonces de la Caja San Fernando.

Un 24 de octubre de 2000, en pleno debate sobre las expectativas de Tablada, Rafael Carmona (PA), sucesor de Rojas Marcos al frente de Urbanismo, bromeó con los periodistas hasta considerar "absurdo" hacer solamente un parque en un espacio "en el que caben cuatro centros históricos" y admitió la construcción de viviendas en parcelas al sur, entre la pista de aterrizaje y la S-30. El 20 de abril de 2001, repentinamente, anunció la intención de expropiar Tablada, por parte del consistorio, con la idea de hacer ese parque, pero sin duda algo más, como ya había dejado caer. De hecho, nunca ha dicho que allí no irán viviendas. En noviembre del mismo año, las Cajas, como siempre por sorpresa en esta historia, venden su suelo a un conglomerado de ocho empresas inmobiliarias, líderes del sector, en la estupenda cantidad de 13.600 millones, esto es, obteniendo una ganancia de unos 5.600, y dejándole a la ciudad ese legado venenoso, poco antes de ser sus dinámicos responsables defenestrados; Diciembre del mismo año, ahí queda eso. No queríais negociar con nosotros, pues ahora os vais a enterar de lo que es lidiar con la parte más dura del sector inmobiliario.

Y vaya que si nos vamos a enterar. Constituidos en comunidad de intereses, bajo el nombre de Tablada Híspalis, la repentina reaparición del día 14, con todo lujo de detalles, significa un tal cúmulo de mensajes que es preciso ordenarlos, hasta donde permita la hermenéutica de esos 13.600 millones de pesetas allí enterrados y aparentemente improductivos. (Hay que añadir los costes de las otras parcelas añadidas, por Torrecuéllas y la Punta del Verde). Y también lo que hayan pagado por esos siete relumbrantes anteproyectos, encargados a otros tantos estudios de postín (a no menos de entre cinco y diez millones de promedio, según diversas fuentes). Demasiado dinero para correr el más mínimo riesgo, por más que estas compañías han ganado tanto dinero en los últimos tiempos que no les importe demasiado dejarlos ahí, como en remojo. Pero aquello sigue siendo una dehesa, un riquísimo suelo rústico para plantar árboles, y el Ayuntamiento está cerrado en banda: que allí sólo irá un parque metropolitano equipado. Por suerte, el alcalde y el PSOE se mantienen firmes (también IU), y en un documento interno de los socialistas se llega a especificar el tipo de arboleda, los distintos deportes populares que tendrían cobijo, además de un posible emplazamiento para la Ciudad de la Justicia en el borde más cercano a la ciudad... Y si eso es así, ¿en qué se sustenta la seguridad de las primeras empresas de este negocio de que van a recuperar o a multiplicar su inversión? Bonita pregunta.

Sin necesidad de especular con pactos bajo cuerda y cosas por el estilo, tal vez la razón se encuentre en la propia normativa legal. Nos referimos, primero, a la ley 6/98 de Régimen del Suelo y Valoraciones, con la que el PP ha producido la mayor escalada de precios de la vivienda conocida en España, y el control del suelo por auténticos oligopolios. Eso a lo que ellos llaman "liberalización", el mismo principio que ha conducido al desastre del Prestige, de tanto debilitar al Estado. Pues bien, esa norma es la que consagra el "valor real que el mercado asigna a cada tipo de suelo", además de los "usos y aprovechamientos de que sean susceptibles" y "mediante la capitalización de las rentas reales o potenciales del suelo" (el subrayado es nuestro). Miren por dónde, Aristóteles y Santo Tomas redivivos son los que parecen haber dictado esas sutiles pero decisivas distinciones entre lo real y lo susceptible de serlo, lo actual y lo potencial. Para que luego digan que el pensamiento único carece de fundamentos. Y lo real es que un suelo que todavía cuesta a veinte duros el metro cuadrado en el catastro, ya ronda las 2.500 pesetas en los despachos. Si a eso unimos la benevolencia con que suelen actuar los jurados de expropiación forzosa hacia los derechos de los particulares y, en un caso final, los tribunales de justicia, puede que empecemos a comprender en qué se apoya la seguridad de estos audaces promotores.

Bien es verdad que la propia ley, entre sus ambigüedades peligrosas, habla también del régimen jurídico aplicable a cada suelo en el momento de la expropiación. De donde se deduce que tal vez lo más inteligente que podría hacer el Ayuntamiento con Tablada, en este momento, sería dejarlo como está, en puro rústico, y no darle la expectativa de Sistema de Espacio Libre Público, con la que siempre se beneficiaría, como poco, del 90% del aprovechamiento tipo (una especie de parámetro estratégico de edificabilidad mínima garantizada) que tendrá que aprobar el nuevo PGOU para toda la ciudad, inexcusablemente. También lo dice la ley. O lo que es lo mismo, que la expropiación se podría poner por las nubes. Tanto, que el municipio no pudiera afrontarla. Y todo eso sin colocar un solo ladrillo. En conclusión: que lo del sábado 14 de diciembre no sólo ha sido un alarde, una típica maniobra de presión, de marquetin mediático, y acaso una estrategia de tirar por alto para negociar, sino también una advertencia o, según se quiera entender, un chantaje a la ciudad y a sus representantes democráticos.

Otros factores podrían jugar a favor de los intereses generales, y sin tener que acudir a la figura delictiva que siempre supone incrementar artificialmente el precio de las cosas. La reciente normativa aprobada por la Junta de Andalucía para el ámbito autonómico, como complemento de la estatal, establece que todo nuevo suelo urbanizable que se cree deberá reservar un 30% para viviendas de protección oficial. Algo con lo que probablemente no contaban los siete magníficos. Y más reciente aún: existe un principio de acuerdo de todas las comunidades autónomas, incluidas las del PP, con el Ministerio de Fomento, para trasladar a competencias autonómicas la valoración del suelo, sin lo cual es imposible hacer política propia de vivienda. Y parece que el Gobierno, acosado últimamente por problemas y con la sangría de votos que padece, estaría dispuesto a ceder un poco más adelante. Sobre todo porque también está asustado con la brutal escalada del precio de las viviendas y no sabe cómo atajarla. Esos prolegómenos de acuerdo sí que los conocerán los avezados inversores de Tablada, y de ahí también las prisas por consolidar posiciones. Y por eso el candidato del PP a la alcaldía de Sevilla, Jaime Raynaud, ya se ha apresurado a pedir negociaciones con Tablada Híspalis. Como ven, la situación no puede ser más crítica. Tablada ataca de nuevo y la pelea va a ser de órdago. Pero ya nos han jodido las Navidades.

El autor reflexiona sobre las propuestas

presentadas para la urbanización

de la Dehesa de Tablada por el consorcio de

empresas que adquirieron los terrenos a las

cajas de ahorros de Sevilla

Antonio Rodríguez Almodóvar es escritor y ex primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevilla.

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