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La banca recorta su grupo industrial

SCH y BBVA han vendido participaciones en otras entidades de crédito, inmobiliarias y constructoras

Íñigo de Barrón

SCH y BBVA han aprovechado la recta final de 2002 para anunciar ventas de su cartera industrial y participadas bancarias. El primero ha buscado reforzar su capital, mientras que el segundo ha hecho hucha, por si acaso, y obtiene la máxima rentabilidad a sus inversiones.

Quién lo iba a decir al empezar el año. En los últimos meses de 2002 los dos grandes bancos han sido muy activos en la venta de participaciones. SCH puede haber cerrado el ejercicio con unos ingresos de 5.093,5 millones de euros y unas plusvalías acumuladas de 2.468 millones, y el BBVA, con 1.570,1 millones de ingresos y 723 millones de plusvalías.

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Al inicio de 2002, sus máximos responsables señalaron que con el ciclo económico bajista y los mercados bursátiles deprimidos, las posibilidades de vender participaciones eran escasas, pero la realidad ha sido la contraria.

Bien es verdad que entonces la la crisis Argentina no había mostrado toda su crudeza y las divisas latinoamericanas no se habían desplomado, con las duras consecuencias que ello ha tenido para sus cuentas. A mediados de año, los dos bancos anunciaron que cambiaban sus previsiones de beneficio para 2002: SCH dijo que ganaría un 10% menos, y BBVA, que tendría una caída del 8%.

Los menores resultados del SCH coincidieron con las mayores provisiones por la debilidad de sus bancos en Latinoamérica. Por si esto fuera poco, el SCH puso fin a la aventura americana de Patagón, lo que le supuso asumir pérdidas de unos 750 millones de euros, y acabó con el proyecto de AOL España, que añadió más números rojos a la cuenta. Todo esto afectó a la fortaleza de capital del banco. En septiembre de 2001 su ratio BIS era del 11,4% frente al 10,8% que tenía hasta septiembre pasado. El Banco de España le exige, como al BBVA, un ratio de fortaleza de capital del 12% porque mantienen posiciones de riesgo en América Latina. En el SCH se encendieron las alarmas.

Primas de control

No obstante, su presidente, Emilio Botín, afirmó que en 2002 la entidad repartiría el mismo dividendo que en 2001, a pesar de ganar un 10% menos. Con estas circunstancias, la tarea prioritaria del SCH era reforzar los recursos propios y se puso manos a la obra.

La primera operación fue vender el 23,5% de Dragados a ACS por 900 millones de euros. Con esta participación, la constructora presidida por Florentino Pérez se hizo con el control de Dragados, por lo que tuvo que pagar una prima del 58,7% sobre el precio de cotización de las acciones.

Un mes después, el 29 de mayo, liquidó Vallehermoso. La constructora Sacyr tomó el control de la primera inmobiliaria española tras pagar 569 millones. Sacyr pagó una prima de control del 31% y el SCH se embolsó una suculenta plusvalía de 300 millones.

A pesar de todo, los ratios de capital necesitaban más refuerzos y Botín echó mano de las participaciones bancarias. La venta más sonada ha sido la del 3% de Royal Bank of Scotland, la verdadera joya de la corona, anunciada el 25 de noviembre. La operación le proporcionó 1.360 millones de ingresos, de los de 809 millones son plusvalías, y el SCH conserva el 5% de su participación.

Además, se procedió a la colocación de derechos sobre títulos por el 12% de Banesto, que sumó 382 millones a las reservas de la matriz. Con ambas transacciones, el banco daba por cumplidos los objetivos en ratio de capital, con un ratio BIS cercano al 13%, uno de los más altos de la banca europea.

Algunos analistas consideran que la venta de estas participadas, sobre todo las del banco escocés, supone un importante sacrificio para el SCH, ya que pierde parte del tesoro en el que acumulaba más plusvalías y reduce los ingresos que se anotará en 2003 procedentes de esa entidad.

Poco después, México se convirtió en el escenario de las principales actuaciones. Primero fue la venta del 26,6% que el SCH tenía en el Bital al HSBC por 250 millones de euros, de los que 125 millones serán plusvalías. Poco después llegó la sorpresa. Anunció la venta del 24,9% de su filial mexicana Santander Serfin a Bank of America por 1.600 millones, de los que 700 son plusvalías.

La entidad, que ya había cubierto sus objetivos en términos de ratios de capital, justificó la sorpresiva venta en las posibilidades que abre Bank of America para hacer negocio en el mercado hispano mexicano en EE UU. Sin embargo, la elevada cuantía de la operación, que está previsto cerrar en el primer trimestre de 2003, ha alentado especulaciones sobre la posibilidad de que el SCH proyecte alguna compra en Europa, sobre todo en entidades especializadas en financiación al consumo.

Por su parte, BBVA, que ha conservado mejor sus ratios de capital por su menor exposición a la volatilidad de la divisa brasileña, ha anunciado cuatro ventas. Con ellas, se ha hecho con más de 1.570,1 millones de ingresos (723 son plusvalías), en operaciones que sus directivos han considerado "la rotación natural de su cartera industrial".

Francisco González, su presidente, reitera que "el BBVA no está en las empresas por razones históricas o sentimentales, sino por la búsqueda de una rentabilidad que genere valor a largo plazo". El horizonte de esta rentabilidad está en relación con la deuda pública a 10 años, que ahora ofrece el 4,5% anual, si bien cada negocio se adecua al riesgo que asume. Con esta premisa, el BBVA explica que no ha puesto el grupo industrial en venta, quizá como un aspecto diferenciado de su competidor, pero que aprovecharán todas las oportunidades que surjan.

Los analistas van más allá y creen que el BBVA se ha asegurado ingresos para 2003, un ejercicio difícil por tres aspectos: la incertidumbre reinante en Europa y América Latina; la bajada de tipos de interés, que afectará a la bajada de los márgenes, y la posible subida de la morosidad.

La operación más sonada del BBVA llegó en junio, cuando vendió un 23,9% de Metrovacesa a Bami. La desinversión en la inmobiliaria tradicional del extinto BBV le aportó 545,4 millones de ingresos (362 millones de plusvalías), ya que recibió una prima del 59%. Los casos de Metrovacesa, Dragados y Vallehermoso causaron gran revuelo en los mercados porque con una participación minoritaria se facilitó el control de la empresa a un tercero, sin que el resto de los accionistas se beneficiase de las primas pagadas. Como resultado, se modificó la normativa de OPA para que no se repitan estos casos.

Además, BBVA adelgazó en los primeros meses del año su posición en valores estratégicos del grupo -sobre todo Iberdrola y Telefónica- en operaciones de las que no banco no facilitó el importe. Y hace unas semanas rotó su cartera y anunció la venta a inversores institucionales del 5% de Acerinox, la mitad de la participación que tenía en la compañía, por 123,7 millones de euros (37 millones en plusvalías). En octubre, el banco vasco se desprendía del 4,6% de Acesa por 171 millones (12 millones de plusvalía).

La operación más rentable ha sido la última: la venta del 3,75% que controlaba en Crédit Lyonnais, acciones que pasarán al Crédit Agricole, tras una dura puja con su rival BNP Paribas.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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