"Zidane me llena los ojos"
El argentino Pablo César Aimar, de 23 años, minimiza su condición de estrella del fútbol y del Valencia, conduce un coche discreto y venera los cómics de Mafalda. Es una especie de antidivo con su padre, Ricardo, como gran referente.
Pregunta. Admira a escritores como Roberto Fontanarrosa y Gabriel García Márquez por su imaginación. ¿Eso lo puede trasladar al fútbol?
Respuesta. En la posición en que juego [mediapunta], hay que tener imaginación: las defensas cada vez se juntan más y con más gente. No sé si crear es la palabra, pero para crear hay que tener imaginación y muchas más cosas.
P. ¿Cuáles?
R. Movilidad, sacrificio, mucho esfuerzo físico... El fútbol, lamentablemente, dejó de ser un juego.
"No tengo mucha potencia, pero sé usar mi cuerpo. En los primeros metros saco ventaja"
"¿La presión? Ganamos mucho más dinero que gente con cinco hijos y 10 horas de trabajo al día"
"Antes de los partidos estoy ansioso. Pregunté a los veteranos y dicen que eso nunca se cura"
P. ¿Cómo es su físico?
R. No tengo mucha potencia, pero sé utilizar mi cuerpo, que por naturaleza no ha venido demasiado dotado. En los primeros metros sí soy rápido: saco alguna ventaja que me da un tiempito más para pensar. Y sé que no puedo ir a chocar con Ayala, a quien, por suerte, tengo de compañero.
P. ¿Los jugadores físicos ganan terreno a los técnicos?
R. A los entrenadores, salvo excepciones, les gustan mucho más los físicos y los obedientes. Pero los técnicos también pueden correr y añadir eso a su calidad.
P. ¿Cómo aguanta tantos hachazos como le dan en el campo?
R. Yo también doy algunos. A lo mejor los aguanto por ser livianito y no estar casi nunca demasiado apoyado en el piso.
P. ¿Su regate preferido es el caño?
R. No se ven muchos, pero es muy vistoso.
P. ¿Le riñe el entrenador si lo practica?
R. Depende de en qué zona. En mi campo, no debo tirarlos. En el banderín de córner, sí, porque vas hacia la portería contraria.
P. ¿Qué le hace más feliz en el campo?
R. El gol. No hay nada comparable. Me dicen que debería tirar más a gol, que me falta egoísmo. Pero lo difícil es elegir el momento en que hay que ser egoísta.
P. ¿Sueña con goles imposibles?
R. Antes de los partidos, sí; muy a menudo.
P. ¿Rendiría más con un técnico más paternalista?
R. Creo que sí. Hay técnicos que creen que la fórmula para sacar lo mejor de uno es, al primer error, quitarlo. Y otros prefieren aguantarle 15 errores. Los dos son aceptables y no puedo pretender que quien dirige al equipo se adapte a lo que yo pretendo.
P. En dos años, no se le ha oído una queja al ser sustituido.
R. Hay 24 tipos más que están igual que yo. El otro día me fui enojado ante el Deportivo. A nadie le gusta que lo sustituyan. Hay un millón de cosas por las que uno se puede quejar, pero hay que respetar a los demás.
P. Samuel, Riquelme, Cambiasso y usted, entre otros, fueron campeones del mundo sub 20 en Malaisia 97. ¿Cómo lo recuerda?
R. Yo fui casi con tres años menos que el resto. Y tengo un gran recuerdo del técnico, José Péckerman: siempre le estaré agradecido.
P. ¿Se ha estancado Riquelme?
R. No. Román no es del agrado de su entrenador [Louis van Gaal] porque su gran calidad no entra en el dibujo. ¿Qué puede hacer?
P. En el pasado Mundial, ante Suecia, ¿se le cargó a usted de un exceso de responsabilidad?
R. No. Estoy contento con que me pusieran en ese partido.
P. ¿Quién le ayuda a desdramatizar el fútbol?
R. Mi viejo [su padre] me dice que en las buenas no hay que subirse a una nube y en las malas no hay que tirarse al tren. Mi papá fue jugador, entrenador y empleado público de Hacienda 25 años.
P. ¿Cómo jugaba?
R. Él dice que era un talentoso, pero muy vago, y que no ayudaba a nadie. Corría con las puntas de los pies: era elegante.
P. Pero usted sí es trabajador.
R. Él siempre me dijo que había que tener sacrificio porque los compañeros corrían y... ¿cómo no iba a correr yo?
P. Si a los 14 años, cuando le fichó el River Plate, en Buenos Aires, hubiese renunciado porque añoraba a su familia, de Río Cuarto, ¿dónde estaría ahora?
R. En mi ciudad, estudiando contabilidad en la universidad. El primer año en la escuela del River lo pasé muy mal. Mis viejos no me presionaron. Me dijeron que, si no estaba contento, volviera. Pero tampoco querían que yo, a los 25 años, les reprochara no haberme insistido.
P. Usted ha dicho que hay futbolistas que se creen superiores.
R. El entorno causa que uno se crea diferente o superior. Por el hecho de estar en la tele, la gente te pide autógrafos más allá de que esté bien o mal lo que haces. Los futbolistas estamos tanto tiempo en la tele... No es difícil darse cuenta de que no eres más que nadie.
P. ¿Y qué opina de la presión?
R. Tenemos presión porque un nene de cuatro años viene y te dice: 'Hay que ganar mañana'. Pero la presión es por algo que nos gusta. Ganamos mucho dinero, bastante más que gente con cinco hijos que trabaja diez horas al día. A todos nos puede superar en un momento dado, pero es más fácil de llevar.
P. ¿Le molesta que lo agasajen?
R. Uno nunca se va a quejar del montón de beneficios que tenemos. A veces, vas a cenar y no te cobran. Pero a los dos meses de dejar de jugar te cobrarán el doble y eso será difícil de asumir. Por ejemplo, un día fuimos a un concesionario de coches en Valencia. Mi mamá y yo nos quedamos fuera, bajó mi papá y pidió que le prestaran las llaves para ver uno. Le dijeron que no las tenían. Entré yo y... sí que las tenían.P. Al principio de la pasada campaña, mucha gente desconfió de su talento. ¿En quién se apoyó?
R. Mis viejos me decían que ellos no nos van a tratar nunca mal porque mi hermana, que estudia microbiología en Río Cuarto, haya rendido mal en una materia o porque mi hermano [Andrés, del River] y yo hayamos jugado mal un partido.
P. ¿Cómo se sintió el pasado curso, en Montjuïc, ante el Espa-nyol ?
R. Lo pasé muy mal. Ganamos, pero yo estaba jodido. Hay momentos en que te dices: 'Así no voy a ningún lado, hay que dar un paso adelante'. Por eso los momentos lindos tienen mejor sabor. Intento llevar mi mejor cara a casa porque mi mujer no tiene la culpa. A ella no le gusta el fútbol. Va al campo porque juego yo. Y después me dice que había una bandera allá arriba: ¡no estaba viendo el partido!
P. ¿Es muy autoexigente?
R. Al máximo. Me quedo mucho tiempo sin dormir pensando en el partido.
P. ¿Y ambicioso?
R. Me gustaría jugar mucho tiempo a gran nivel en Europa y en el Valencia. No sé a dónde me llevará el tiempo, pero siempre me gustaría ir hacia arriba.
P. ¿Será algún día el mejor del mundo?
R. Me gustaría, pero no lo ponga en el titular . Es el sueño de cualquiera. Si alguien te dice que no quiere ser el mejor te está mintiendo.
P. ¿Qué tendría que corregir?
R. Si saco la lista, hago un libro. Ojalá me tengan algún día en cuenta para eso, aunque lo veo lejano.
P. ¿Quién es el número uno?
R. Zidane. Me llena los ojos: siempre da el pase al mejor colocado, lleva la pelota pegada al pie, pierde pocos balones, da pases de gol, los marca... Y lo que deja ver Zidane como persona es buenísimo. También me encanta ver a Riquelme, a Valerón, antes a Franchescolli, al Muñeco Gallardo... Yo he crecido atrás de Gallardo: él jugaba y yo estaba en el filial. ¡Un tipo de 1,65 manejaba al equipo como quería [Aimar mide 1,70]!
P. Si pudiera elegir, ¿preferiría estar rodeado de estrellas, como en el Madrid o de buenos jugadores y con un gran sentido colectivo como en el Valencia?
R. Estoy rodeado de grandes profesionales, con muchas ganas de ganar, y eso es muy bueno. Hemos logrado algo muy difícil: ¡la gente nos está pidiendo la Champions! Tenemos jugadores de primer nivel. Baraja es completísimo. De los mejores su puesto. También Albelda, Ayala, Cañizares, Palop...
P. ¿Es tan tranquilo como parece?
R. Sí, pero estoy muy ansioso antes de los partidos. Ya les pregunté a los mayores de 30 años del equipo y me han dicho que eso no se cura nunca. El único remedio es esperar a que empiece el partido.
P. Se llama César en honor a Menotti. ¿Le conoce?
R. No, pero me gustaría mucho. Y más a mi viejo, que tiene un par de libros suyos.
P. ¿El mejor entrenador que ha tenido?
R. Mi viejo, Péckerman y supongo que no va a quedar mal porque lo pueda tener ahora, pero también Marcelo Bielsa [seleccionador argentino].
P. Maradona dice que usted es el único por el que pagaría una entrada. ¿Le sonroja?
R. Siempre me ha tratado muy bien y puedo decir hasta que me quiere. Diego, para los argentinos, es inigualable.
P. ¿Y Kempes?
R. Cuando Argentina fue campeona del mundo en 1978, yo no había nacido. Todos dicen que, si no hubiese surgido luego Maradona, se hablaría mucho más de él. Es una persona muy humilde y me ha gustado muchísimo conocerle.
P. ¿Vive a gusto en Valencia?
R. Mucho: la comida, el clima... No sé cómo será en el resto de España y en otros ambientes, pero veo que la gente del centro de Valencia vive muy bien.
P. ¿Puede hacer vida normal?
R. Sí, lo que pasa es que acá la gente está loca con el fútbol.
P. ¿Por qué lleva el pelo largo?
R. Si me lo corto, parezco de 15 años. Las apariencias o la imagen no me interesan demasiado.
P. Pero le interesa la moda.
R. La ropa no me la compro yo, sino mi mujer. Yo la uso.
P. ¿Y le irrita que le recuerden siempre la crisis argentina?
R. Sí. Las historietas de Mafalda de ese genio que es Quino ya llevan no sé cuantos años hablando de la crisis argentina.
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