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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Destellos para repensar durante toda una vida

Javier Sampedro

El primer aforismo de la historia decía así: "La vida es corta, el arte largo, la ocasión súbita, la experiencia engañosa y el juicio difícil". No lo escribió un poeta ni un filósofo ni un teólogo, sino un médico llamado Hipócrates, que lo utilizó como introducción de un libro titulado precisamente Aforismos, en el que resumió el saber diagnóstico y terapéutico de su época como un compendio de sentencias breves, creativas, brillantes, nacidas para recordar. Lo que los ingleses llaman un take home message, un mensaje para llevarse a casa.

Jorge Wagensberg, director del Museo de la Ciencia de Barcelona, físico, creador, escritor, amante de la paradoja y último heredero de Hipócrates, acaba de publicar Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?, una colección de 500 aforismos "sobre la incertidumbre" -es decir, sobre la verdadera ciencia- que ha ido componiendo durante años de reflexión obsesiva, de perplejidad fértil, de ir y venir entre la investigación de vanguardia y el antiquísimo arte de hacer preguntas impertinentes. El resultado es una rara y preciosa joya. Si usted ya se ha decidido a comprar el libro, no hace falta que siga leyendo esta torpe reseña.

SI LA NATURALEZA ES LA RESPUESTA, ¿CUÁL ERA LA PREGUNTA?

Jorge Wagensberg Tusquets. Barcelona, 2002 126 páginas. 11 euros

"La historia de la ciencia", nos dice Wagensberg, "es la historia de las buenas preguntas". Pero las buenas preguntas no son las grandes preguntas -qué somos, de dónde venimos, etcétera-, porque esos clichés interrogativos vienen de serie con la naturaleza humana, y generalmente no conducen más que a respuestas inventadas, credos, mitos, verdades reveladas.

En la ciencia, las respuestas son triviales: nos rodean por todas partes. Las respuestas son la naturaleza, y la labor del científico es saber cómo las cosas han llegado a ser así en vez de llegar a ser de otra forma, o en vez de no llegar a ser, o de llegar a no ser. Las creencias sólo avanzan cuando cambian las respuestas a las mismas preguntas de siempre, pero la ciencia sólo avanza cuando cambian las preguntas a la omnipresente respuesta que nos rodea, que es el mundo real de ahí fuera, en toda su gloriosa trivialidad.

Ahora fíjense en lo siguiente. Si mañana alguien les pide que resuman el contenido de los dos párrafos anteriores, lo más probable es que se vean ustedes en graves dificultades. Y, sin embargo, hay una forma mucho más breve, fértil y brillante de decir lo mismo, o de decir mucho más: "Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?". Recuerden que ése es el aforismo que da título a este libro de aforismos, y también su resumen más perfecto, su destilado más puro. Ese aforismo sí les vendrá mañana a la cabeza, y de su mero enunciado brotará toda la reflexión que ha llevado a su autor a formularlo, y todas las reflexiones que ni siquiera su autor ha reflexionado aún. Ésta es la idea, y lo mejor será que gastemos el resto de este artículo en examinar unos cuantos ejemplos más, que expondré en forma de cuatro pequeños ejercicios.

1. Los físicos llevan varios

decenios torturados por lo que llaman el principio antrópico. Viene a decir así: cualquier mínima alteración de las constantes físicas más fundamentales, como la masa del protón o la velocidad de la luz, convertiría el Universo en una sopa de partículas. No habría galaxias ni estrellas ni soles ni planetas, y por tanto no habría vida. También los biólogos están desconcertados por la falta de norte de la evolución. Ni los caldos primigenios tienen por qué formar una bacteria, ni las bacterias tienen por qué generar una célula compleja, ni éstas se ven forzadas a organizarse como un gusano, ni los gusanos están predestinados a evolucionar hasta convertirse en poetas. El ejercicio es: exprese lo anterior como un aforismo.

Solución de Jorge Wagensberg: "Existir no es demasiado probable". O también: "Hay muchas más maneras de no ser que de ser". O, más en particular: "Lo lamento, hermano: de poco te sirvió llegar segundo en aquella memorable carrera de medio millón de espermatozoides".

2. Wagensberg viajaba en taxi desde Buenos Aires a La Plata cuando supo por la radio de la muerte del evolucionista de Harvard Stephen Jay Gould, en mayo pasado. Su primer pensamiento fue: "Nunca he admirado tanto a alguien con quien haya estado tanto en desacuerdo". Lo que más le molesta es la insistencia de Gould en que no puede haber progreso en la evolución biológica, en que todo es azaroso, desnortado, contingente, impredecible e irrepetible. El viajero de Buenos Aires a La Plata lleva años sudando tinta para refutar a Gould, para intuir un vector que se abra camino entre tanta bruma aleatoria. ¿Por qué las cosas biológicas podrían tender a hacerse más complejas? ¿Por qué se agregan los microbios hasta constituir cerebros? Formule su aforismo.

Solución de Wagensberg:

"Un individuo es un todo cuya viabilidad en su mundo es mayor que la de cualquiera de sus partes en el suyo". O esta otra: "La complejidad de un objeto se mide por la riqueza de estados a los que éste puede acceder". Que va con esta otra: "La solución última para seguir vivo cuando la incertidumbre aprieta no es conservar una identidad, sino conservar la tendencia a conservarla, para lo que, a veces, conviene cambiar de identidad". Y por fin: "A más adaptación menos adaptabilidad".

3. Los racistas y los corporativistas son inmejorables a la hora de buscar enemigos externos, pero si algo nos ha enseñado Darwin es que el enemigo está por lo común dentro de casa. Sus seguidores han hablado del gen egoísta, y sus críticos, de la lucha entre las especies por la supervivencia, pero Darwin siempre prefirió restringir su teoría a la simple y ramplona competencia entre hermanos, entre individuos casi iguales.

Solución: "Una cebra no necesita correr más que una leona, sino más que otras cebras". Y hablando de Darwin: "La selección natural favorece al seleccionado, la selección artificial al seleccionador". Y también: "Con la selección artificial, el problema suele preceder a la solución, con la selección natural ocurre siempre lo contrario".

4. Las vanguardias artísticas del siglo XX han padecido la desconfianza tenaz de sus públicos contemporáneos, pero a menudo han acabado asimiladas por las más conservadoras clientelas con el andar de los años. ¿Cómo distinguir al genio del farsante, si la definición de estas dos categorías es aún más cambiante que el propio arte?

Solución: "Sinceridad en el arte: cuando un artista experimenta el acto artístico consigo mismo". Y también: "Modernidad: volver a caer en la cuenta de que todo es repensable". Que debe oponerse a: "Modernez: ¿y ahora qué hacemos?".

En fin, lean este libro. Tardarán poco, y después les quedará toda una vida para repensarlo.

Ecuaciones

LOS AFORISMOS de Jorge Wagensberg son algo más que frases brillantes, mucho más que exhibiciones de ingenio, van más allá del chiste, de la definición, del consejo. Si hubiera que definirlos con una metáfora, habría que llamarlos ecuaciones. Como éstas, sintetizan una enorme cantidad de conocimientos en una expresión breve y elegante. Como ellas, se pueden manipular, combinar, utilizar en aplicaciones particulares. El autor afirma que sus aforismos "se pueden leer de uno en uno, de dos en dos o de dos en tres", pero hay un resbaladizo e indefinible valor añadido en leerlos del tirón, porque entonces las máximas se entretejen como temas con variaciones en una partitura, o mutaciones morfológicas en un caleidoscopio: van creciendo, dialogando, construyendo una arquitectura emergente que es más que la suma de sus partes. Hay un texto subyacente a tanto destello, un hilo narrativo apenas perceptible, un método en su locura. Si cada aforismo es una ecuación, el libro no puede ser otra cosa que un sistema de ecuaciones, y el premio será grande para la mente hirviendo que consiga resolverlo.

Wagensberg confiesa en el prólogo: "Hoy casi desconfío de las ideas que no se pueden expresar inteligiblemente en una sola frase". Pero también es cierto que, cuando una ecuación está bien acabada, de sus términos brotan nuevas incógnitas, de sus interacciones nuevas intuiciones, de sus rotaciones nuevos ángulos. Cada verso puede ser perfecto, pero es necesario el poema completo para recuperar la incertidumbre que sustenta toda teoría del mundo.

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