Pablo Alfaro acaba a patadas con el baile
El central sevillista se encargó con su violencia de cambiar el signo de un partido que vio una gran actuación del Madrid
El fútbol en su máxima expresión es algo parecido al despliegue del Madrid en el primer tiempo, una obra de arte que combinó todos los elementos que hacen grande a un equipo. Tan dependiente como está de sus figuras, este partido dejó ver a todo el equipo con las velas desplegadas, con una armonía que alcanzó a las partes más sospechosas del Madrid. La hinchada asistió incrédula, pero feliz, a un excelente trabajo defensivo, por organización, vigor y tenacidad. Tantas veces criticado en este aspecto, el Madrid completó el círculo de la excelencia con una presión que disuadió al Sevilla de cualquier aventura en el Bernabéu. El Sevilla asumió muy mal su inferioridad y sacó sus peores artes en el segundo tiempo, en una desagradable demostración de violencia, con Pablo Alfaro a la cabeza, como es costumbre. No hay menisco, codazo o patada que no le guste, todo artero, de defensa macho y chuleta. Lesionó a Michel Salgado con un infame pisotón, incidente que cambió el signo del encuentro. Los jugadores del Madrid comenzaron a cuidar el resultado y sus tibias, siempre expuestas a cualquier daño ante implacables como Pablo Alfaro.
REAL MADRID 3 - SEVILLA 0
Real Madrid: Casillas; Salgado (Miñambres, m. 51), Hierro (Pavón, m. 79), Helguera, Roberto Carlos; Flavio, Makelele; Figo, Raúl (Guti, m. 76), Zidane; y Ronaldo. Sevilla: Notario; Redondo (Njegus, m. 48), Javi Navarro, Pablo Alfaro, David; Marcos Vales, Casquero, Torrado, Arteaga (Toedtli, m. 70); Reyes y Antoñito (Óscar, m. 55). Goles: 1-0. M. 10. Figo envía al área, Raúl se adelanta a Notario y cabecea. 2-0. M. 29. Figo centra, la defensa despeja y Flavio dispara y marca desde fuera del área. 3-0. M. 74. Ronaldo caracolea por la izquierda, centra y Zidane empuja tras un rechace. Árbitro: Moreno Delgado. Expulsó con la tarjeta roja directa a Javi Navarro (m. 50) por agresión a Ronaldo. Amonestó a Redondo. Unos 76.000 espectadores en el Bernabéu.
Antes de que Pablo Alfaro y luego Javi Navarro se dieran al vicio, el Madrid maniobró con la autoridad de los equipos en estado de gracia. A su imprevisto, por brillante, ejercicio defensivo añadió el punto de ingenio y precisión del que son capaces sus figuras, algunas de las cuales manifestaron su asombrosa calidad. En el caso de Raúl, a esta evidencia se une el gen ganador que tantas veces resuelve los partidos para el Madrid. Lo normal es verle en las acciones del primer gol, o cuando el encuentro está muy comprometido y el equipo tiene las luces apagadas. Entonces es el momento de Raúl, y por eso mismo resulta impagable. De eso trató la jugada del primer tanto del Madrid, un centro de Figo que no prometía gran cosa, pero que convirtió en gol por su facilidad para leer entre líneas: aprovechó que Pablo Alfaro midió mal el salto y que Notario se lanzó al bulto para cabecear con decisión.
Hasta entonces, el encuentro estaba dividido. El Madrid jugaba medio bien y el Sevilla, muy bien. A veces parece un equipo sometido a una especie de esquizofrenia. Por un lado, el cuerpo le pide guerra, y de eso se encarga gente como Pablo Alfaro o Javi Navarro. Y por otro, chicos como Antoñito, Casquero y Reyes ofrecen apuntes de clase que pasan inadvertidos ante el fragor de los violentos. El Sevilla no volvió a dar señales de vida hasta el segundo tiempo, cuando el intimidatorio trabajo de sus defensas provocó el miedo en los jugadores del Madrid. Hasta ese momento no hubo otro partido que el dictado por el mejor Madrid de la temporada, el más redondo, sin duda. Quizá porque en estos días no anda distraído con la Copa de Europa, su firmeza no admite dudas, al menos por lo que ha demostrado en las últimas semanas. Brillante en la eleboración, el Madrid se gustó con la pelota, con varias jugadores que levantaron el clamor en el Bernabéu.
Fría por naturaleza, la hinchada madridista se lanzó a los olés con un entusiasmo pocas veces visto en los últimos tiempos. Y con razón: el equipo jugaba con toda la elegancia de la que es capaz Zidane, alrededor del cual se encontraron todas las líneas del equipo. Fue interesante la contribución de Makelele y Flavio, la pareja que parecía destinada a funcionar como dique en el medio campo. Han pasado casi tres años desde sus fichajes y las previsiones no se han cumplido. Si Makelele ha sido un jugador decisivo para el equilibrio del Madrid, Flavio ha tenido una contribución anecdótica, o ni eso. Pero frente al Sevilla jugó un partido notable, con una intensidad que fue crucial para el buen orden defensivo del equipo. Y, de paso, se permitió recordar que un día tuvo fama de buen rematador desde la media distancia. Marcó el segundo gol desde 25 metros, tanto que resultó insuperable para el Sevilla. Desbordado en todas las líneas, acosado en cada metro del campo, el equipo andaluz no encontró otra vía que la violencia para acabar con sus miserias. Se quedó con diez tras la expulsión de Javi Navarro, que hizo con Ronaldo lo que Pablo Alfaro con Salgado, y llevó el temor al Madrid. De eso se trataba, por lo visto.
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