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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Especulación como norma

No pasa semana en que en la prensa diaria no aparezcan noticias de grupos vecinales o ecologistas denunciando nuevos proyectos de construcción de urbanizaciones, campos de golf, puertos, pistas de esquí, pantanos o carreteras, en detrimento de zonas de alto valor paisajístico, ecológico o medioambiental. Ejemplo: en la franja mediterránea es tal la desmedida constructora, que los pueblos se están uniendo unos a otros en núcleos urbanos sin zonas verdes, ni agrícolas intermedias. Sólo hay que darse una vuelta para comprobar lo que no se tiene que hacer, y que todavía hoy persisten en seguir destruyéndola.

Nuestros gestores políticos no han hecho nada por preservar zonas paisajísticas de nuestra costa. Han autorizado -conscientes o inconscientes- verdaderos despropósitos. Y si han protegido alguna zona, ha sido para apuntarse al carro electoralista del medio ambiente, justificarse y seguir mirando a otro lado ante la presión especulativa (que "ellos" llaman eufemísticamente desarrollo).

Por lo que se aprecia, las Administraciones locales, autonómicas o estatales, prefieren seguir con la destrucción del medio natural en aras de un desarrollismo miope, egoísta, grosero, especulativo y prevaricador.

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No han entendido lo que es un desarrollo equilibrado de nuestro entorno. Sólo han tenido celo en la construcción de lazos interurbanos para favorecer los desplazamientos de los automóviles. El resto lo han dejado al egoísmo de la especulación.

En la franja costera, ¿que les dejarán a las generaciones venideras? ¿Un mazacote urbano?

Ya que "ellos" persisten en la destrucción del medio natural, pienso (solicito) que todas las organizaciones de carácter conservacionista o ecologista tendrían que promover la compra de terrenos para protegerlos de la depredación especulativa.

De todos estos desmanes también nosotros somos responsables, al no exigirles responsabilidades de sus actuaciones. Nuestra opinión para ellos es irrelevante si permanecemos mudos y tranquilos (como nos quieren).

Es la trampa "democrática"; ellos usan el voto a su libre albedrío y nosotros reiteradamente nos dejamos tomar el pelo volviéndoles a votar a sabiendas de que no contamos para nada.

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