Un hombre muere de un disparo en la nuca al asomarse a la terraza de su piso
Otras dos viviendas contiguas fueron tiroteadas, aunque no se registraron heridos
El primer homicidio que se registró en Madrid con el año recién comenzado tardó sólo ocho minutos en consumarse. Un vecino de Puente de Vallecas, Francisco Peromingo Hoyo, de 39 años, recibió a esa hora un tiro en la nuca cuando se asomó a la terraza a ver los petardos que sus convecinos estaban tirando en la calle tras las campanadas. La víctima pereció horas después de ingresar en el hospital Gregorio Marañón. Otras dos ventanas colindantes recibieron sendos disparos, sin que nadie resultara herido, según un portavoz policial.
Los hechos ocurrieron en los números 20 y 22 de la calle de los Andaluces, cerca de la M-40. Francisco Peromingo, vecino del piso tercero letra D, salió a la terraza a ver la gran cantidad de petardos que estaban quemando sus vecinos. De repente, se dio la vuelta para entrar en su casa y recibió un impacto en la cabeza. Cayó al suelo. Sus familiares se dieron cuenta de que le había pasado algo extraño y llamaron a la policía y a una ambulancia. En el aviso, dijeron que Peromingo estaba herido en la cabeza, tras haber sufrido la explosión de un petardo junto a la parte posterior del cráneo.
Cuando llegaron los facultativos, se encontraron con la sorpresa de que el herido presentaba un orificio de bala de entrada en la parte occipital de la cabeza, según fuentes de Emergencias 112. Tras ser estabilizado, fue trasladado en una UVI móvil del Summa al hospital Gregorio Marañón, donde murió a las 14.00, según fuentes sanitarias. Su familia donó sus órganos.
Dos impactos
Los agentes del Grupo V de Homicidios, que se han hecho cargo de las investigaciones, se desplazaron hasta el lugar de los hechos. Allí descubrieron que otras dos viviendas habían recibido sendos impactos en las ventanas de una terraza y una habitación. El primer balazo fue localizado en el segundo D, unos cinco metros más abajo de donde resultó herido Peromingo. La bala entró por la parte superior del ventanal y, tras impactar contra los ladrillos de la pared, quedó sobre una mesa. "Había tanto ruido de cohetes y de petardos que parecía que se iba a romper el mundo. Oímos ruidos de cristales, como si se hubiera roto un vaso. Lo que nunca pensamos que era de un balazo. Esta mañana, cuando nos ha avisado la policía, nos hemos llevado un susto horrible al darnos cuenta de que alguien podría haber muerto si hubiéramos estado allí", explicó el dueño de la casa, Juan Belbé Campos.
El segundo proyectil fue hallado por Juan Gutiérrez, un vecino del tercero del número 22. El balazo entró por el medio de la ventana. "No quiero ni pensar si mi hija, que tiene diez años, hubiera estado delante del ordenador, como muchas tardes", señalaba Gutiérrez. Éste recuperó la bala en el suelo. Estaba completamente deformada del impacto. "Era del calibre nueve milímetros corto", añadió el vecino, un experto cazador.
El fallecido estaba casado y tenía dos hijos (un niño de seis años y una niña de tres). Dedicado a la construcción, vivía en el piso desde el pasado verano. "Le conocemos poco porque acaba de llegar, pero desde luego era una persona muy amable y educada que no se metía en ningún problema", explicó un vecino. El año 2002 se cerró con 75 homicidios, frente a los 97 registrado el año anterior.
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