Un todoterreno puro con mucho espacio
Un todoterreno de verdad que se mantiene fiel al espíritu clásico de estos coches. Ofrece un interior muy amplio para el uso familiar y los mejores recursos para circular con garantías en el campo. Pero no es tan moderno y refinado como los últimos modelos de otras marcas.
El Discovery tiene ya 13 años de vida, y esta nueva versión es la puesta al día de la segunda generación que se lanzó en 1998, poco antes de que Land Rover fuera adquirida por Ford.
Línea clásica y cuadrada
El nuevo modelo estrena más de 700 piezas que actualizan sus virtudes, pero conserva los valores legendarios de la marca en cuanto a robustez y recursos 4×4 para mantenerse como uno de los modelos de referencia en ambos aspectos.
El nuevo Land Rover incorpora un frontal inspirado en el Range que busca aprovechar la fuerza estética de su hermano mayor. Los nuevos faros dobles son muy similares y junto a la parrilla y los parachoques le dan un aspecto más poderoso y atractivo. Pero por lo demás mantiene su peculiar línea, en la que destaca el original diseño del techo, con dos alturas y dos pequeñas zonas acristaladas en los laterales de la zona superior, que siguen siendo su nota distintiva. Y se completa con los trazos rectos de las puertas y con una buena altura al suelo que refuerzan su imagen de todoterreno clásico. El resultado es una personalidad muy marcada, pero los ángulos cuadrados del parabrisas y la carrocería acusan el paso del tiempo y limitan la eficiencia aerodinámica (CX: 0,42).
Un interior muy funcional
El diseño exterior aporta un habitáculo muy amplio. Delante tiene dos plazas grandes con butacas generosas, atrás hay suficiente espacio para las piernas e incluso puede alojar otros dos pasajeros más en unos asientos opcionales integrados en el maletero que se benefician del escalón del techo para disponer de suficiente altura. Pero lo más curioso es que cada fila va más alta que la de delante, lo que provoca un efecto anfiteatro que mejora la visibilidad en las plazas traseras y reduce los mareos.
Aparte del espacio, la funcionalidad es otra de las mejores virtudes de este coche y se aprecia también en el diseño interior. Aunque los materiales y acabados siguen siendo tristes y apagados, ofrece muchos huecos para objetos distribuidos por todas las plazas. Delante hay posavasos retráctiles, una percha para el bolso o la compra, bandejas sobre el salpicadero y alrededor del freno de mano, bolsas grandes en las puertas y un apoyabrazos hueco enorme. Y los pasajeros de atrás cuentan también con redes en el techo para sus objetos personales. Además tiene un buen maletero con cofres cerrados en los dos lados y una bandeja integrada en el portón, que lleva la rueda de respuesto por fuera.
En cambio, la sonoridad y el tacto de la mecánica no están a la altura de los mejores, y junto a las suspensiones de ejes rígidos limitan el confort en los viajes largos.
Dos motores y cuatro equipamientos
El nuevo Discovery se vende con un motor 2.5 TD5 turbodiésel de 137 CV (desde 30.450 euros). Pero también se ofrece bajo pedido un 4.0 V8 de gasolina y 184 CV con cambio automático (desde 33.400 euros) pensado para el mercado americano. Los dos están disponibles en cuatro acabados, E, S, SE y HSE. El primero incluye de serie doble airbag, ABS, control de tracción ETC, control de descenso (HDC), cuatro elevalunas eléctricos y cierre con mando. El S añade airbags laterales, climatizador, radiocasete... El SE incluye asientos y volante en piel, llantas especiales y otros detalles. Y el HSE monta asientos eléctricos, cargador de CD y control de velocidad de crucero. Pero todos tienen tres años de garantía o 100.000 kilómetros.
Conclusión
El Discovery es un todoterreno clásico con reductora que se adapta bien al uso familiar. No es tan suave y refinado como los 4×4 ligeros más modernos, pero ofrece un interior amplio con siete plazas, tiene más recursos en el campo y cuenta con un turbodiésel correcto que viaja bien y gasta lo justo.
AL DETALLE
MENOS RÁPIDO Y MÁS ASEQUIBLE
El Discovery tiene un turbodiésel menos rápido y potente que sus rivales y esto se refleja en las prestaciones. Es el más lento en aceleración, con la excepción del Isuzu. Pero a cambio cuesta algo más barato y aporta un equipo de serie correcto, con ABS y muchos recursos para el campo: reductora, control de descenso. Sin embargo, viene de serie con cinco plazas, como el Gran Cherokee, y las otras dos se pagan aparte (960 euros), lo que le iguala con el Trooper y el Toyota, que, al igual que el Montero, las incluyen en el precio.
MUY GRANDE, PERO AUSTERO
El diseño interior del Discovery es sobrio. Tiene un salpicadero austero y una consola central muy cuadrada, con plásticos sufridos, pero poco atractivos. En cambio, ofrece soluciones muy funcionales, con varias bandejas para dejar objetos, dos posavasos retráctiles y huecos encima de los parasoles superiores. Y la zona del freno de mano integra un buen apoyabrazos, con mucho espacio interior, y las dos palancas del cambio manual y la reductora, que sólo se puede conectar a menos de 8 km/h. El 4×4 de Land Rover sigue teniendo unas puertas traseras pequeñas y una altura al suelo que dificultan el acceso. Pero ofrece un maletero enorme, con dos grandes cofres en los laterales, redes en el techo y un amplio portón. Y permite montar dos asientos laterales plegables y opcionales (960 euros). En la zaga, muy cuadrada, destaca la nueva posición de los pilotos.
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