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Columna
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¡Ei, campeón!

Su afán por ser ensalzado y glorificado por la prensa ha sido, y continúa siendo, una obsesión casi enfermiza desde el primer momento en que pisó el Palau de la Generalitat. "¡Ei, campeón!" le decía Julio Iglesias agradecido por la millonada que se llevaba el famoso tenor a cuenta del erario público valenciano. ¡Campeón de la política! Se encontraba en la gloria. La tropa de periodistas y medios de comunicación a los que favorecía con sustanciosos contratos, publicidad y concesión de emisoras de FM, contribuían a su encumbramiento en el mundillo político-mediático madrileño. Sabía que era en la Corte donde tenía que abrirse camino hacia su futuro y no reparó en gastos. Con cargo a los fondos públicos, claro. Y el éxito fué rotundo. Consiguió, nada más ni nada menos, que su Brunete mediática madrileña llegase a proponerle como uno de los sucesores de Aznar. "¡Ei, campeón!". Estaba claro que la presidencia de la Generalitat, para él, no era sino un peldaño más en su carrera política hacia Madrid. El futuro del País Valenciano y sus ciudadanos le importaba bien poco. La prueba es que a las primeras de cambio en que le han ofecido un ministerio se ha largado a Madrid. Un verdadero político valenciano, enraízado en su tierra y su pueblo, nunca hubiese abandonado la presidencia del gobierno de la Generalitat por una prebenda ministerial. Y dejando las cuentas públicas valencianas hechas unos zorros.

El caso es que su obsesión por controlar la prensa le llevó a proponer al accionista mayoritario de Aguas de Valencia (AVSA) que invirtiese en un grupito mediático local -Tabarka Media- para constituir un grupo de medios de comunicación afín a su persona y que cantase sus excelencias como político. Pero el grupo francés accionista de AVSA no se dejó vender la burra ciega que le ofrecía Zaplana, a pesar de que éste le garantizaba toda clase de ayudas con dinero público desde el Consell. Pero se informaron de lo que era Tabarka Media, hicieron números y le dieron calabazas. Ahora se ha descubierto toda la maniobra. Y sus valedores mediáticos madrileños no se atreven a defenderle. Algunos sienten vergüenza. Quien no parece sentirla es él.

fburguera

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