La conexión japonesa
La Cátedra Gaudí exhibe los orígenes de la actual fascinación nipona por el arquitecto
La Cátedra Gaudí exhibe los orígenes de la actual fascinación nipona por el arquitecto
"Misterioso, emocionante hasta el punto de que casi me hace llorar": así es el mundo de Gaudí para el fotógráfo Takushi Katafuchi (Nagasaki, 1951). Su obra sobre el arquitecto modernista, junto con la de su colega Hisao Suzuki (Yamagata 1957) y la del histórico arquitecto Kenji Imai (Tokio 1895-1987), forma parte de la exposición Gaudí visto por la retina japonesa, que presenta la Casa Asia y se puede contemplar hasta el 19 de enero en los pabellones de la finca Güell (avenida de Pedralbes, 7), sede de la Cátedra Gaudí, en horario de mañana.
"Cuando en la Casa Asia nos planteamos qué podíamos hacer para colaborar con el Año Gaudí, nos parecía que todo estaba hecho. Pero encontramos la solución en la calle al ver a los centenares de japoneses que cada día fotografían La Pedrera y el parque Güell", explica el director de programación de la Casa Asia, Xosé Denis. La tesis de la exhibición se centra en el porqué de esa fascinación. Para ello, el comisario de la exposición, Joan Abelló, ha tenido que indagar sobre cuál ha sido históricamente el resultado de la relación entre el mundo japonés y Gaudí.
"Ésta es una exposición de investigación en la que el catálogo expresa todo el trabajo que se ha realizado", explicó Abelló. Uno de los elementos más singulares de la exposición es que permite constatar que el éxito de la arquitectura de Gaudí entre el público japonés no es un moderno invento de la nueva mercadotecnia turística. En 1926, el arquitecto Kenji Imai estaba de viaje por Europa. El motivo formal era estudiar el transporte público subterráneo de las capitales más importantes. Pero, más que en el metro, el interés de Imai estaba puesto en contemplar en directo la moderna arquitectura europea. Se entrevistó con Le Corbusier. Y quería hacerlo con Gaudí, pero llegó a Barcelona seis meses después de que hubiera fallecido. En su breve estancia en Barcelona, con el arquitecto Domènec Sugrañes como cicerone, hizo un recorrido por el universo arquitectónico de Gaudí realizando la serie de fotografías que ahora se presentan. En ellas se puede contemplar la fascinación de Imai por el detalle evocador de la naturaleza en las construcciones del arquitecto modernista. El resto de la exposición la forman las obras de Takushi Katafuchi e Hisao Suzuki, ambos residentes en Barcelona desde hace años.
Suzuki, autor del libro El cosmos de Gaudí (1984), muestra una serie basada en la cripta Güell. Su técnica favorece que sea la propia obra de Gaudí la que protagonice la fotografía en perjuicio de su vocación como creador. Katafuchi interviene de manera mucho más obvia en las fotografías que presenta, que son el resultado de combinar distintos procedimientos, como la utilización de transparencias, que se materializan en un trabajo en diferentes planos físicos.
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